El público ya la emprende contra los impostores

Algarada en el "Tannhäuser" de Wagner

Sucedió el pasado mes de mayo en la ciudad alemana de Düsseldorf. Se estrenaba un nuevo montaje de "Tannhäuser", la célebre ópera de Wagner. Una vez más —la enésima— el nihilismo dedicado a denigrar cualquier grandeza en el arte pisoteaba y escarnecía la belleza. Pero esta vez el público reaccionó en serio. Vean cómo.

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Se abre el telón. Durante la Obertura de Tannhäuser conocida generalmente como “El monte de Venus”,actores desnudos caen a tierra desde una cruz hecha de cubos de vidrio y envueltos en niebla. Son cámaras de gas. Varios matones de las SS, junto a Tannhäuser, asesinan a una familia en un brutal tiroteo. El director Burkhard C. Kosminski sitúa la legendaria acción del castillo de Wartburg durante el régimen nazi y la asocia con el nacimiento la República Federal Alemana, en la ´época Adenauaer´. No ha transcurrido ni media hora de función cuando buena parte del público se levanta de sus asientos entre abucheos y abandona la ópera de Düsseldorf.

La imagen de Tannhäuser como un criminal nazi y la alusión al antisemitismo de Wagner, en medio de los preparativos del aniversario, han sido demasiado para el público alemán. “¡Esto es un insulto!”, gritaban algunos indignados, lamentando no tener a mano objetos contundentes que lanzar al escenario. El director intendente de la ópera, Christoph Meye, se vio obligado a interrumpir el estreno para pedir al público que se contuviese en su reacción. Pero aunque la obra continuó después hasta el último compás, en el que un niño superviviente perdona a Tannhäuser la culpa de sus crímenes, la concepción escénica de Kosminski, una descabellada dialéctica entre el eros y el ágape, entre Venus y la Virgen María, entre la sensualidad y el ascetismo, había colapsado mucho antes de que la orquesta terminase la partitura. […]
Este mes de mayo, además, Alemania celebra los 200 años del nacimiento del genio de la música debatiéndose todavía entre su admiración por el mito romántico y su dolor por el uso que Hitler hizo de él, sin saber hasta qué punto se debe defenestrar una obra que forma parte de la esencia de la cultura europea a causa del abierto antisemitismo del artista. El debate sigue abierto en los corazones, como se ha visto este fin de semana en la ópera de Düsseldorf, y los alemanes no tienen una respuesta clara.
© Elmundo.es
 
No siempre, sin embargo, los directores de escena rompedores y arriesgados maltratan la belleza y escarnecen a los clásicos. Un buen ejemplo en este sentido es el que, hace unos pocos años, se dio en el Teatro Real de Madrid con ocasión de otra puesta en escena de Tannhäuser: la Obertura fue escenificada en forma de una colosal orgía. A la “obra total” soñada por Wagner —música, teatro y artes visuales— se le unía, en forma de arrebatadora fuerza erótica, un cuarto factor.
Éste es el artículo que, con tal ocasión, publicamos en “El Manifiesto”: "Gran orgía en el Teatro Real"
 
 

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