Una sublime orgía en el Teatro Real

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   (Se recomienda encender los altavoces)

 

 Por una vez hasta los telediarios han hablado de ópera. Pero a éstos sólo les importa el morbillo con que excitar a las buenas gentes: la puesta en escena de “Tannhäuser” de Wagner, a cargo del británico Ian Judge y con la participación de grandes voces wagnerianas como Peter Seifert y Lioba Braun, comporta, señoras y señores, escandalosas escenas de sexo explícito y colectivo. “¡Oh, aah, oooh!”, exclamaban las comadres (y los compadres). “¡Qué vergüenza!”, añadía alguno… muriéndose de ganas de verlo, o de participar en tan procaces coyundas.

Debo confesarles que mi temor era grande al entrar en el Real. Temía encontrarme con alguna de tantas astracanadas “modernosas” en las que, so (pre)texto de (de)construcción  y (des)dramatización, es el arte sin más lo que se destruye. Temblaba pensando, por ejemplo, en las mamarrachadas de un Calixto Bieito (esperma, vómitos, orina… en escena). Pero no, es todo lo contrario lo que ocurre aquí.

Envuelto en la música voluptuosa e hipnotizante, de Wagner, esa música que te llega hasta las entrañas,Tannhäusser desarrolla un dilema por desgracia bien conocido: el enfrentamiento (para quienes consideran que esas dos cosas están enfrentadas) entre el “amor puro” y el “amor voluptuoso y carnal”.
Al principio, y en particular en la famosa Obertura, que se desarrolla a telón alzado, es el amor voluptuoso el que triunfa sin discusión.  El caballero Tannhäuser, retirado en la montaña en donde habita Venus, se ha convertido en amante de la diosa. (Lo cual significa: el amor sensual es cosa divina, sagrada; como lo era, por ejemplo, para los griegos.)
Conviven con Venus bacantes, ninfas y sátiros que irán despojándose de sus ropas —rojas como la luz que ilumina la escena— hasta que las ninfas sólo queden envueltas en provocativos corsés y ligueros que tampoco tardarán mucho en caer. Exhibirán entonces, tanto ellas como ellos, la gloriosa desnudez de unos cuerpos que se entrelazarán —mujeres con hombres, hombres con hombres y mujeres con mujeres— en multitudinaria orgía.

¡Y en medio de todo ello la música! En medio no: envolviéndolo todo, esa música que se funde con abrazos, acoplamientos, felaciones… (fingidas, ¡no se asuste nadie!). Sin la música y sin el canto, sin la escenificación y la coreografía, sin la obra toda —“la obra de arte total” que ansiaba Wagner—, la bacanal se quedaría en un simple acoplamiento, soso y vulgar —“pornográfico”— como ésos en los que se complace un Bieito.

 

Al principio, y en particular en la famosa Obertura, que se desarrolla a telón alzado, es el amor voluptuoso el que triunfa sin discusión.  El caballero Tannhäuser, retirado en la montaña en donde habita Venus, se ha convertido en amante de la diosa. (Lo cual significa: el amor sensual es cosa divina, sagrada; como lo era, por ejemplo, para los griegos.).

 


 

 

 

 

Ficha técnica:
- Director musical: Jesús López Cobos.
- Director de escena: Ian Judge.
- Principales intérpretes: Peter Seiffert, Christian Gerhaher, Petra Maria Schnitzer y Lioba Braun.
- Representaciones efectuadas en el Teatro Real de Madrid d
el 13 de marzo al 2 de abril de 2009, con localidades agotadas desde varias semanas antes del estreno.

 

 

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