El mercado del arte es mercado, no arte

71,7 millones de dólares por esto de Warhol

Después de que una tela de Rothko haya batido todos los récords en subasta de arte contemporáneo con un precio de 72,8 millones de dólares, una composición de Andy Warhol ha estado a punto de igualarle con una cotización de 71,7 millones de dólares. Se trata de "Green Car Crash (Green Burning Car I)". Como por azar, los precios de las salas de subastas en Nueva York han empezado a figurar también en rublos, la moneda rusa. Mientras tanto, acaban de salir a subasta obras de Renoir, Manet y Picasso con un precio de partida mucho más modesto: en torno a medio millón de euros. ¿Vale más un Warhol que un Picasso? ¿Por qué? Aquí lo explicamos.

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Un rothko por 72,8 millones de dólares. ¿Por qué? Mark Rothko es un autor importante: ruso, judío, emigrado a principios del siglo XX los Estados Unidos, allí se convirtió en guía del expresionismo abstracto. ¿Qué quiere decir eso? Muy básicamente: la función del arte es expresar el mundo interior del artista, especialmente en sus rasgos más ásperos, los rasgos del enfrentamiento con el mundo; cuando eso se expresa mediante colores y formas ajenos a la realidad física, a la imagen figurada, entonces el expresionismo se hace abstracto. Rothko buscó durante muchos años una expresión definitiva de su mundo interior. En esa búsqueda dio en producir, una tras otra, innumerables piezas del mismo corte: dos o más planos horizontales, alternando la combinación del color. Los hermeneutas del negocio artístico dicen que la pieza vendida esta semana (véase nuestra información de ayer) era el producto más acabado de esa búsqueda. Exactamente con los mismos títulos podría decirse algo idéntico de cualquiera de las otras piezas de la misma serie, aquella de su búsqueda personal. No huelga decir que Rothko, aunque hizo mucho dinero, jamás encontró lo que buscaba. Se suicidó en 1970. 

Un Warhol por 71,1 millones de dólares. ¿Por qué? Andy Warhol tiene una historia parecida a la de Rothko, pero no paralela. Hijo de emigrantes eslovacos –su verdadero nombre era Andrew Warhola-, nacido ya en los Estados Unidos, desembocó en el gran arte desde la ilustración comercial y periodística. Se convirtió en el referente absoluto del llamado “pop art”. ¿Y eso qué es? Muy sucintamente: incorporar al mundo del arte todas las referencias icónicas y simbólicas de la vida popular, de la calle, que pasan por la publicidad, las fotos de prensa, los ídolos de la canción… De ahí derivan sus series sobre los botes de sopas Campbell, Elvis Presley, Marilyn Monroe o las escenas trágicas de las noticias de Sucesos, como este “coche estrellado en verde” que ha alcanzado los 71,7 millones de dólares en Christie’s. Warhol murió en 1987 con sólo 58 años.

La circulación crea riqueza 

¿Por qué esos precios? ¿Cuál es su referencia? ¿Valen estos cuadros realmente eso? Esta misma semana salían a subasta piezas de Renoir, Manet y Picasso procedentes de una colección privada. Son tres nombres de importancia fundamental en la historia del arte, pero su precio de partida era sensiblemente inferior al de las obras de Rothko y Warhol: en torno al medio millón de euros. Puede augurarse que ni de lejos alcanzarán el remate de los dos ilustres contemporáneos. La pregunta es: ¿Quién pone el criterio de esos precios? ¿El arte?

No: el criterio lo pone, exclusivamente, el mercado, y eso es algo que hay que tener muy presente para entender por qué se alcanzan estos precios. El mercado del arte ya es –y de esto hace tiempo- más mercado que arte. Lo que se valora no es el “arte” encerrado en la pieza, sino su posibilidad de revalorización o transacción. Es un fenómeno semejante al que da valor al papel moneda. El oro circula porque tiene valor en sí; los billetes tienen valor porque circulan. Uno puede guardarse un kilo de oro en su casa y siempre será rico; si, por el contrario, nos guardamos 10.000 euros en billetes, dentro de dos años seremos más pobres que hoy. Al papel hay que hacerlo circular. Lo mismo ocurre con estas piezas de arte contemporáneo: tienen valor porque circulan, es la circulación –la venta- la que las enriquece. 

Por supuesto: si mañana alguien compra un Picasso por 70 millones de dólares, inmediatamente todos los picassos experimentarán un alza impresionante y comenzarán a circular dejando un rastro de billetes a su paso. Pero será difícil que eso ocurra con obras de autores “clásicos”, pues la mayoría se hallan en museos y colecciones públicas, es decir, fuera de la “circulación”.

En cuanto al arte, eso ya es lo de menos: aquí no pinta nada.

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