Este chico es un melón

Javier Bardem: la izquierda más cerril del mundo

Y va Javier Bardem y dice en Granma, el periódico de la dictadura cubana, que a Bush, Blair y Aznar habría que juzgarles por “crímenes de guerra”. Por supuesto, uno puede pensar lo que le dé la gana sobre Aznar, Bush y el sursum corda. Pero lo que no es de recibo es que el escenario escogido para las declaraciones sea el periódico oficial de una dictadura con una buena porción de muertos, presos y exiliados a sus espaldas. Si uno ve el mal en un sitio y no lo ve en otro donde es mucho mayor, entonces es que algo le falla en la cabeza. Y si la progresía de un país rinde homenaje continuo al errado, entonces es que nadamos en plena demencia. Eso pasa en España.

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El actor español Javier Bardem ha hecho unas declaraciones en Granma, el periódico oficial de la dictadura cubana. Allí Bardem ha sostenido que Aznar, Blair y Bush deberían ser juzgados por crímenes de guerra. Bardem no ha dicho nada sobre la falta de libertades en Cuba. Tampoco ha aprovechado la oportunidad para denunciar las torturas y asesinatos cometidos por la dictadura castrista. "Soy sólo un actor, pero también vivo y me duelen las cosas sucedan donde sucedan", añade el protagonista de Huevos de oro.
 
Bardem, como se sabe, forma parte de la “crema” de la paleoizquierda española, mayoritariamente refugiada en el mundo de la farándula. Sus emanaciones verbales no conmueven más que a sus fieles; sin embargo, gozan siempre de gran eco en la prensa española, particularmente proclive a considerar “intelectuales-y-artistas” al primero que pasa por ahí y dice lo que el comisario de turno quiere escuchar. Con todo, estas declaraciones tienen la virtud de plantear un asunto importante: ¿Por qué la izquierda española sigue defendiendo la dictadura de Fidel Castro, la más larga y plúmbea de cuántas han sacudido América? ¿Por qué la izquierda española calla ante la evidencia de un régimen que no ha causado más que represión, pobreza y dolor?
 
Algo profundamente perverso le pasa a la izquierda española cuando es incapaz de ver las cosas de frente. La verdad, se mire como se mire, es que hay sistemas políticos donde Bardem puede decir lo que le dé la gana, y otros donde nadie puede decir nada que moleste al poder. Los primeros son los que Bardem –y otros muchos como él- consideran “criminales”, y los segundos son los que Bardem –y su coro- consideran modélicos. Es evidente que algo siniestro pasa dentro de esas cabezas.
 
Esto no quiere decir que las democracias occidentales sean el paraíso, pero sí significa que, puestos a elegir, cualquiera que tenga un mínimo aprecio por la libertad real de la gente preferirá vivir bajo los “criminales de guerra” que Bardem denuncia, y no bajo la tiranía que Bardem alaba.
 
Por cierto: ningún actor cubano podría permitirse declaraciones semejantes sobre Fidel y volver después a su país. Con toda seguridad acabaría en la cárcel, y eso en el mejor de los casos. Es la diferencia entre los “criminales” que Bardem denuncia, y a cuya costa vive, y los valientes castristas defensores de la libertad… de la libertad de los castristas.

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