Y eso que fue concebida cuando lo de Chernobyl...

Elogio del canon europeo: María Sharapova

¡Qué no hubiera hecho Botticelli con esta maravilla! María Sharapova no sólo es la tenista de moda: es también el icono de una cierta forma de entender la belleza. En unos tiempos de canon artificial, publicitario, obseso de la delgadez extrema y del recauchutado cosmético, Sharapova representa la belleza fresca y directa de la salud, lo natural, la energía, el deporte. Lo que se sabe menos es que detrás de esta hermosísima mujer hay una impresionante historia de esfuerzo y superación. No todos podemos ser igual de bellos –por eso María es admirable-, pero sí podemos ser igual de sanos. Mientras no la estropee el star-system, María Sharapova seguirá siendo un ejemplo vivo del canon europeo.

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El pasado mes de abril cumplió veinte años. María Sharapova nació el 19 de abril de 1987 en Nyagan, Siberia. Su familia vivía en Gomel, Bielorrusia. A 300 kilómetros, en Ucrania, se alzaba la central nuclear de Chernobyl. El 26 de abril de 1986, el reactor cuatro de Chernobyl hizo explosión. Era el mayor accidente nuclear de la historia. La ola de contaminación radiactiva pronto sembró el pánico. En las semanas siguientes, cerca de 340.000 personas eran evacuadas de sus hogares. La región más afectada por la nube tóxica fue precisamente Bielorrusia. Yuri y Yelena Sharapov, los padres de María, se instalaron en la localidad siberiana de Nyagan, a orillas del Ob, al otro lado de los Urales. María ya estaba ahí.
 
En 1990, la familia Sharapov se mudó a Sochi, una ciudad-balneario a orillas del Mar Negro. Sochi que, por cierto, organizará los Juegos de Invierno de 2014. Fue allí donde María aprendió a jugar al tenis. La familia hizo amistad con la de un joven tenista natural de Sochi que por entonces comenzaba a despuntar: Yevgeny Kafelnikov, que después se convertiría en uno de los grandes nombres del tenis ruso en los noventa (dos títulos del Grand Slam en individuales, cuatro en dobles, medalla de oro en Sydney 2000). Un tío del entonces principiante Kafelnikov regaló a la pequeña María una raqueta; su primera raqueta.
 
Una historia de superación y esfuerzo
 
Era sólo una niña cuando entró en el mundo del tenis: viajes, torneos, entrenamientos. Ya demostraba unas cualidades asombrosas. Yuri, su padre, las estimuló siempre. En 1993 la niña Sharapova, seis años, disputa un torneo en Moscú. Entre los espectadores está la veterana tenista checa –nacionalizada norteamericana- Martina Navratilova, una de las mejores deportistas de todos los tiempos. Fue la Navratilova quien descubrió a María. No le costó mucho convencer al padre de Sharapova para que la familia se mudara a los Estados Unidos.
 
No fue un camino de rosas. Cuando los Sharapov llegaron al aeropuerto de Miami, Yuri no tenía más que 700 dólares en el bolsillo: todos los ahorros de la familia, tíos y primos incluidos. Yelena, la madre, había tenido que quedarse en Rusia: no tenían dinero para pagar todos los viajes. Pero Yuri Sharapov es un hombre decidido. Lleno de una fe absoluta en el talento de su hija, insistió una y otra vez –mientras él mantenía a la familia con trabajos de lance- hasta que María fue aceptada en la academia de tenis de Bradenton, en Florida. Las condiciones de la beca eran duras: siete meses de encierro dedicados al estudio y al deporte; María, nueve años ya, sólo veía a su padre el fin de semana. Pero María cumplió con las expectativas depositadas en ella. También Yelena obtuvo al fin el visado para viajar a los Estados Unidos.
 
María obtuvo su primera gran victoria en 2000, con 13 años, en el torneo Eddie Herr para menores de 16 años. Debutó como profesional al año siguiente –con catorce- y jugó su primer torneo de la asociación mundial de tenis a los quince, en 2002. En 2004, en Wimbledon, Sharapova se convirtió en la tercera mujer más joven en ganar el torneo. Tenía 17 años.
 
María Sharapova se formó en la academia norteamericana, pero siempre ha jugado con Rusia en los torneos internacionales. Es rusa y su carrera se ha convertido en modelo para nuevas promociones de jóvenes tenistas en aquel país.
 
Como es una mujer extraordinariamente bella, Sharapova ha prestado su figura a diferentes certámenes de moda. Es una buena oportunidad para comprobar que la ropa cara le sienta tan bien como la deportiva. Desde el punto de vista estético, María es un ejemplo completo de belleza europea, eso que se ha llamado el canon occidental y que no tiene tanto que ver con determinados rasgos raciales –que también- como con un concepto definido de la armonía anatómica.
 
Y quien quiera saber más, que visite la web de la propia María:
 
http://www.mariasharapova.com/defaultflash.sps

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