En la Fundación Juan March de Madrid
Lo que hay que ver: la abstracción del paisaje
Enrique Chuvieco
07 de noviembre de 2007
Contemplar a algunos de los principales paisajistas ingleses como Constable, Cozens o Turner es uno más de los alicientes para visitar la muestra “La abstracción del paisaje: del Romanticismo nórdico al expresionismo abstracto”, que hasta el próximo 13 de enero se erige en visita obligada a la Fundación Juan March de Madrid. El resto de los motivos se completa con 124 de obras de artistas de la estatura de Munch, Van Gogh, Klee, Max Ernst o Rothko, por citar a los contemporáneos.
Enrique Chuvieco
Así, estilos, técnicas y miradas distintas sobre la naturaleza componen un espléndido collage que ofrece gratuitamente a los espectadores la institución del barrio de Salamanca. Disfruté por la magnífica evocación que los artistas ingleses y norteamericanos realizan de la naturaleza, cuyos enmarques recuerdan muchos de los paisajes que he visto en diversas películas de época, como Braveheart, la primera parte de Los inmortales o, en vivo, en mi primera y única presencia en las tierras altas escocesas.
Ruta pictórica
Pasar gradualmente del más absoluto realismo a la abstracción es una gentileza de la organización de la exposición que agradece mi espíritu, como también agradezco el completo catálogo dispensado gratuitamente por la entidad con el que, una vez más, la March se aparta del típico tríptico simplón para ofrecer al visitante algo valioso per se.
Lo que más trabajo me costó fue atender a las menudencias del trazo en buena parte de los cuadros expuestos, ya que muchos de éstos son de formato pequeño y la iluminación de la sala no es todo lo adecuada que debiera para visualizar parsimoniosamente estas joyitas de la pintura universal. En fin, nada es perfecto.
La ruta pictórica puede continuar con la visita al espléndido edificio de la Fundación Carlos de Amberes, situada en Claudio Coello 99 y, por consiguiente, en las proximidades de la anterior. Allí me congratulé por el diseño del edificio –parte de él una antigua iglesia- y por la muestra de pintura y escultura en las autorías del belga Hans Vandekerckhove y el español Juan Muñoz. Cuadros coloristas de un único personaje, también único en los volúmenes realistas del desaparecido Muñoz, componen esta exhibición que se ve con un punto elevado de agrado por el contenido y el continente que rodea al paseante.
La caminata se puede concluir con algo más prosaico, como es la elección de un vino entre los cientos que descansan en el santuario de los caldos de la zona: Lavinia. No dejen de ir.
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