Todas las claves de la polémica en la CNMV

Conthe canta las cuarenta en el karaoke del Congreso

Manuel Conthe es tan amante de los karaokes que ha querido morir en su cargo público cantando su epitafio frente a sus señorías en el Congreso. “Com-pa-rez-co-hoy-ante-us-te-des-por-última-veeeeeeez”, empezaba la letra de su canción que ocupa 15 páginas. Y la cosa tenía su poesía porque continuaba piando que “te-ñi-das-por- la-nostalgiaaaaaaaa-de-quien-deja-un-cargo-que-le-apasionabaaaaaaaaaaa”. Lea aquí las declaraciones de Manuel Conthe

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CARLOS SALAS (Madrid).

La verdad es que este señor se estuvo preparando el epitafio varias tardes porque tiene el sabor del texto manufacturado con la compañía del diccionario de citas, pues echa mano de Indalecio Prieto, Gracián, Kavafis y Juan de Huarte. Empieza con Mark Twain para decir que de las virtudes que Dios regaló a los americanos, “la libertad de expresión, la libertad de conciencia, y la prudencia de no practicar nunca ninguna de ellas”, Conthe se acoge a ésta última para dar sus explicaciones.

Conthe asegura que el Lunes Santo 2 de abril en que se desató la tormenta, cuando anunció su dimisión, no esperaba lanzar un pulso al Gobierno ni al parlamento, sino presentar cuentas ante una institución tan independiente como la comisión de Economía del Congreso. ¿Le creemos?, ¿Es que un cargo público de ese calibre piensa que el país entero, los medios de comunicación se van a ir a la playa sabiendo que el presidente de una poderosa institución pública dimite en medio de una prodigiosa y polémica opa?.

Conthe quizá haya leído a Mark Twain, pero no a Aristóteles, el padre de la lógica. Porque era de cajón que todo el mundo iba a pensar que Conthe trataba de lanzar un pulso al Gobierno. Y encima que quería cantar las cuarenta en el karaoke del Congreso. Lo ha logrado, a pesar de que no era la vía reglamentaria. Pero creo que el Gobierno ha hecho bien en dejarle cantar porque Conthe se estaba convirtiendo en una estrella tan popular y polémica que iba a hacer sombra hasta a los triunfitos.

Y por fin sabemos (los sospechábamos) que el Gobierno había presionado a Conthe para que no castigara a dos empresas de energía: Enel y Acciona. Y Conthe quería hacer justo lo contrario.  

El meollo de la cuestión

Vamos a explicar el asunto. Parece un poco injusto que una empresa que lleva un año tratando de comprar a otra, al final no pueda hacerlo porque surja un competidor a última hora que se lleva la liebre. Eso sucedió con E.ON: esta empresa alemana presentó un oferta de compra (opa) por Endesa en febrero de 2006, y cuando ya creía haber ganado, en marzo pasado Enel y Acciona unieron fuerzas, dijeron que tenían casi el 50% del capital de Endesa, y ganaron. ¿Cómo se dejó E.ON meter ese gol? Muy sencillo. Porque Enel y Acciona fueron comprando acciones en Bolsa, cada una sin sobrepasar el límite del 25% que obliga a lanzar una opa, de modo que mientras E.ON esperaba pacientemente la solución de un sinfín de trabas jurídicas, los otros dos ya tenían casi el 50% del capital de la apetitosa Endesa. 

¿Pero era ilegal? No es ilegal comprar acciones en Bolsa, pues para eso está puesta ahí. Quizá haya sido injusto, pero no ilegal. La ley de opas incluso permite eso, razón por la cual va a ser modificada. El caso es que Conthe trató de actuar como un árbitro justo, como el Sergio Collina de las Bolsas, y pensó que había que poner algunos pedruscos en el camino de Enel y Acciona para que no fuera tan fácil comprar Endesa. Podía haberla sancionado. Podía haber retrasado la compra seis meses más (los accionistas que han aguantado año y medio ya estaban un poco hartos de esperar). Pero el Gobierno no le dejó.

La presión política 

Y es aquí cuando empieza la verdadera reflexión. ¿Es que no vamos a librarnos nunca de los juegos políticos? ¿Dónde está la independencia de los organismos públicos? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que los políticos metan las manos en todo?

La mayoría de las instituciones públicas están controladas por personas afines al Gobierno de turno. Tenemos políticos, no técnicos. De manera que uno tiene la impresión de estar viendo un partido amañado. La Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Comisión Nacional de la Energía, Radio Televisión Española, los canales de televisión autonómicos, incluso muchas cajas de ahorro, están controladas, dominadas y sujetas por los partidos políticos. ¿Cree alguien que se toman decisiones independientes y salomónicas en el seno de estas conspicuas instituciones? En absoluto. La consigna es “ser fiel al partido”.

Esto es lo que denunció ayer Conthe ante la Comisión de Economía: que recibió presiones de la Oficina Económica de la Moncloa. Para que lo sepan, esta oficina es la que ocupan los rasputines del dinero, es decir, asesores personales del presidente Zapatero en cuestiones financieras. Hace unos meses era Miguel Sebastián (hoy candidato a la alcaldía de Madrid). Ahora es David Taguas. 

Se da por entendido que Taguas le “rogó” a Conthe que diera luz verde a Enel y Acciona para que pudieran comprar Endesa. Así, el Gobierno se aseguraba que esta importante empresa de energía siguiera en manos españolas, o hispano-italianas. El gobierno pensaba que eso era mejor que alemana a secas.

Aunque ese asunto da para otro debate (el del nacionalismo económico que todos los países practican en privado, pero nunca en público), el debate de ahora es que los ciudadanos no pueden confiar en la independencia de sus organismos. Conthe ha despertado de nuevo este debate gracias a su gusto por los espectáculos públicos y los karaokes. Cuando ve un micrófono y un público expectante, se lanza a cantar cualquier cosa. Sus salidas de tono quizá no han gustado a la prensa y a algunas empresas, pero hay que reconocer que por lo menos este hombre no nos regala declaraciones aburridas. Lo más enigmático de su dimisión es que ha logrado destapar algunas contradicciones de los medios de comunicación. Los que le criticaban por bocazas, ahora le tienen por héroe, claro, siempre que se trate de desprestigiar al Gobierno. Y los que le alababan por ser un buen técnico y gran profesional, ahora tienen una patata caliente entre las manos. 

Conthe ya no es presidente de la Comisión de Valores, ese organismo que sólo debería velar por que las operaciones bursátiles transcurran dentro de las leyes honestas del mercado. Se ha sacrificado, pero ha tenido su momento de gloria, como los 300 espartanos de las Termópilas, que por cierto, cita Conthe en sus párrafos de despedida. Hay que reconocer que este hombre tiene un gusto por lo épico que no se suele encontrar en nuestra vida pública. Pero sus sueños se han esfumado, y él lo sabe, pues cita a Jardiel Poncela para decir: “En la vida, pocos sueños se cumplen, la mayoría se roncan”.

El próximo hombre o mujer que comande la CNMV lo tiene crudo: tiene que demostrar que es independiente, pero a la vez “ser de su señor, buen vasallo”. Por algo lo han puesto ahí. Y lo peor de todo es que se avecinan operaciones financieras de gran calado en nuestras bolsas. Terrible paradoja: saborear la miel de los altos cargos, teniendo una espada de Damocles sobre la nuca.

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