No se pierda el discursito de justificación

Juliette Binoche se desnuda, pero no precisamente para un cuadro de Goya

Tarde o temprano caen. Esta vez ha sido la actriz francesa Juliette Binoche, que ha prestado su cuerpo serrano para aparecer en las páginas interiores de ¿un libro de dibujo y pintura? ¿La voluptuosa Medea pintada por Delacroix? ¿Una representación de la cabalgata de las Walkirias? No. De Playboy. De modo que los que deseen conocer los lunares de esta hermosa francesa, tendrán que delatarse como lectores de una revista que no es precisamente el catálogo de las mejores playas nudistas del planeta. Por mucho que se diga, detrás sólo hay dinero.

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CARLOS SALAS

Lo decía un libro sobre la moda: en el fondo somos seres humanos en nuestros envoltorios. Pero Juliette Binoche, la célebre actriz francesa, ha decidido aparecer sin ellos en Playboy. ¿Algo que objetar a su cuerpo desnudo? En absoluto. Si nos escandalizáramos de sus hermosas curvas, tendríamos que quitar las atractivas pinturas de Goya que existen en el Museo del Prado. Tendríamos que prohibir las playas nudistas y su culto a la naturaleza y a la naturalidad. Hasta tendríamos que eliminar las escuelas de dibujo y pintura, que se entrenan con desnudos posados y naturales. Nada de eso, por favor. 

Pero esta sesión fotográfica de la Binoche, ¿se explica porque es una revista de culto al cuerpo natural? Más bien, es el culto al dinero. Nadie sabe la cifra que se ha metido la Binoche entre pecho y pecho, pero el hecho (sentimos el pareado) de que la portada francesa de noviembre haya dado la vuelta al mundo más rápido que un satélite de la Nasa, indica que detrás de ello hay morbazo… y dinero. Recordemos que esta escultural morena francesa ha protagonizado muchas películas en las que ha seducido a los espectadores por su espectacular belleza mediterránea, casi olímpica: Chocolat, El Paciente Inglés, la saga Azul, Blanco y Rojo…

¿Ha dicho alma? 

Me convencieron para hacer la producción porque hay un equipo joven que quiere cambiar el modo de mostrar los desnudos. En mis fotos se ve el cuerpo de una manera diferente, como si también mostrara el alma. Siempre tendemos a separar el cuerpo del espíritu o el cuerpo de las emociones. De algún modo, mostrar una imagen como la mía en las páginas de Playboy es una especie de militancia”. ¿Ha dicho alma? Juliette, por favor, esa frase produce tantos instintos maternales que dan ganas de chuparnos el dedo.

Debe ser que ahora se llama así a la explotación de las carnes. Es una lástima porque todos aquellos que desearan ver a Binoche desnuda, van a tener que acercarse al kiosco y delatarse. Su fuera una revista para nudistas, se podía tener una excusa macrobiótica. Pero por mucho que el nuevo equipo de editores quiera convencernos, tener ese Playboy en la oficina, aunque sea con el alma de la espectacular Binoche, no va a gustar ni al jefe, ni a las compañeras. Al jefe, porque creerá que estamos pensando en cosas febriles, y a las compañeras, porque ahí va a haber mucho Photoshop, ya que a los 42 años, es imposible tener el cuerpazo de una chica de veinte. 

Mantengamos la cordura y pensemos que Binoche, que no está casada, hace unos posados artísticos. Pero de ahí a leer esto, hay un gran trecho: “Son fotos de desnudos artísticos que ilustran una entrevista sobre el cuerpo, la mística del cuerpo y una reflexión más global sobre la imagen de la mujer transmitida por los medios de comunicación y la publicidad”, ha explicado el redactor jefe de la revista, Yan Ceh.

Ahora resulta que Playboy no ha realizado un montaje detrás del cual hay puro business. Ahora resulta que Playboy es una publicación de la asociación de espiritistas franceses, o del club de fisioculturistas de París. Ah, Juliette, con lo que te queríamos...

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