La resignación
elmanifiesto.com
06 de noviembre de 2011
Qué mal momento para unas elecciones generales. Qué buen momento para ellos. Pelmazos.
Han exprimido la última gota de su brebaje, el elexir del poder; y sólo cuando el pulso de la ciudadanía ha pasado de la ansiedad a la indiferencia, la resignación de siempre, comienzan su desfile triunfante de históricas, vetustas y más que vetustas: aburridas cabalgatas navideñas en el mes de agosto.
Ya se han insultado todo lo que debían, se han acusado unos a otros de corrupción, incompetencia culpable, desinterés... ya están la cesta podrida y los ánimos hastiados. Ya estamos hasta la coronilla de ellos.
Y es ahora cuando ponen el volumen a tope e inauguran su insufrible verbena.
Como el pesado, en plena crisis dipsómana, que a las seis de la mañana asegura que "esto no ha hecho más que empezar", y se empeña en ir a tomar "la penúltima" cuando el resto de la cofradía se cae de sueño.
Noé, de resaca en el monte Sinaí, va a impartir una conferencia sobre prevención de inundaciones.
Qué inoportunos son. Qué cargantes. Qué repetidos.
Como si hubiésemos nacido ayer. Qué listos.
¿Te ha gustado el artículo?
Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.
Quiero colaborar