La pretendida llamada del Jefe

¿Está Zapatero? Que se ponga. Me va a oír...

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No digo yo que no hablasen, que esa conversación no tuviera lugar; pero...

De chiste, oigan. De chiste de Gila. Con un inconveniente: no es un chiste. La seudonoticia de la llamada telefónica del presidente Obama a Zapatero para pedirle que realice urgentes recortes en el gasto público -tan preocupado don Barack por la economía española -, es una de las trolas más escandalosas, ridículas, inverosímiles y torpes que se han escuchado en nuestro país desde hace décadas. Y lo malo no es que nos tomen por tontos de vez en cuando, sino que nos tratan siempre como si fuésemos imbéciles. 

A ver, preguntémonos en qué neurona cabe que justo el día anterior al señalado para que nuestro presidente del gobierno anuncie la bajada del 5% del sueldo a los funcionarios y la congelación de las pensiones, precisamente ese día, no antes ni después, el superferolítico, megaprogre y ultracarismático Obama tome el teléfono para pedir a Zapatero que haga exactamente lo que ha hecho. La jugada le sale fetén de la muerte al dinámico pucelano (se siente, nació en Valladolid... no en muy buena hora pero nació; en Valladolid). Le sale divina la jugada porque el gobernante más poderoso del mundo, el líder más simpático del planeta, su amigo del alma, le ha solicitado medidas urgentes que, mire usted lo que son las casualidades, nuestro RZ ya tenía preparadas en su carpetilla de los discursos. Mas no crean que la conversación -y las consecuencias de la conversación -, tienen como marco de referencia un encuentro internacional de alto nivel o cosa parecida. No, nada de eso. Por teléfono y va que chuta. De chiste. 

Los telediarios propagan inmediatamente la gran noticia. La prensa y medios no afectos al gobierno, de suyo pastueños, entran al trapo y presentan la información como “un tirón de orejas de Obama a Zapatero”. Todo el mundo habla de lo mismo mientras nuestro presidente, con ademán compungido y tono de pompas fúnebres, anuncia “el tijeretazo” en el Congreso de los Diputados. Pone una carita... como de pena y resignación, como diciendo: “Por mí, sería menos drástico, pero compréndanlo... me lo ha pedido Obama”.

Tristes son los tiempos en los que hay que señalar lo evidente. Triste y enojoso volver a escribir después de tranquilos meses sin darle a la tecla, justo por este motivo: para compartir con ustedes mi sonrojo, mi “vergüenza de ser español”, mi soberana impotencia ante la cara dura de unos mandamases que, a falta de prestigio propio que arriesgar en una acción de gobierno, recurren a la villanía de ampararse en tan burda, monumental, artificiosa patraña. Mi rabia porque uno va teniendo ya una edad y, la verdad, empieza a cansarse de que todos los días, desde que amanece hasta que anochece, lo tomen por subnormal.

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