Emancipados, felices y jodidos

Compartir en:

 

 

 

 

El cantante Melendi dice que está más tranquilo, como más sosegado, más maduro y tomándose la vida más en serio después del pollo que organizó en un avión, hace meses: borrachera, insultos, agresiones, regreso del avión y etcétera. Una perla el chico. Pero ya va sentando cabeza, hora era. Los treinta son una edad para pensar que la juventud no dura siempre -como mucho, en atención al nuevo paradigma generacional de los tiempos, deben quedarlo quince o veinte años de rabiosa mocedad -. De modo que se ha puesto a la tarea, se ha cortado las rastas, sólo bebe los sábados a la noche y, parece ser, va a ducharse dos veces por semana. Puede que tres. Este ejemplar de joven belicosamente progre, ex estudiante de ingeniería, niño de familia que cambió los tratados de resistencia de materiales por el micrófono y la vida gresca de sexo, porros y Cuba libre, ha conseguido sin embargo un importante logro en el transcurso de su trayectoria guerrera: conseguir que su nombre, Melendi, se convierta en adjetivo. Desde hace tiempo, ser  "un melendi" es sinónimo de pelafustán, dícese de persona sin esencia, alborotadora, de pocas luces y nulo provecho. La Real Academia de la Lengua incluirá el término en el diccionario dentro de poco, y Melendi pasará a la Historia como ejemplo para jóvenes desenfadados, desastrados, bullamgueros y de pinta astrosa, incondicionales de la felicidad del consumo basura puesta al servicio de las causas más nobles de la humanidad, como la defensa del régimen castrista y la apología asturtxale. Miel y flores

Aunque para tranquilos y felices, los jóvenes que solicitaro del gonierno la subvención mensual de 210 euros para emanciparse. Ahora resulta que no cobran,  o cobran tardísimo, en tanto las colas de solicitantes y los plazos de tramitación crecen en proporción política, la cual se diferencia de la geométrica o la aritmética en que estas dos últimas se cumplen inexorablemente, mientras que la política se consuma cuando le sale del píloro a los melquíades del monipodio. (Nota bene: Un mequíades es un melendi pero con mando en plaza).

"Zapatero nos ha engañado", dice un joven barcelonés comentando la jugada; llevo dos años esperando, cuando me concedan la subvención seré mayor de treinta y no me la abonarán, seguro"

. Anda, hijo, para que fíes de las promesas electorales de los polítcos. Lo mismo sucede con las ayudas al alquiler de la Junta de Andalucía. Concederse, se conceden, pero la tramitación dura un año, mes arriba abajo, y se va cobrando cada trimestre... si hay fondos; caso contrario, a esperar. Los caseros se desesperan, los inquilinos se ven con dos y tres recibos pendientes de pago, el ciudadanos emancipado se cabrea... las reclamaciones al maestro armero.

Otras subvenciones tiene más fortuna, como la concedida por el gobierno de la Generalitat a Caprabo, 300.000 eurillos, para que comercialicen productos catalanes con un 20% de descuento. El pequeño comercio está que trina por la competencia desleal, pero los de Caprabo, tan felices.

O sea, que de todo hay en esta viña del señor (del señor Zapatero, entiéndase). Emancipados, felices y jodidos. El secreto está en pertenecer al grupo de los suertudos. ¿Cómo se consigue este objetivo? Oigan, las preguntas a los catedráticos, que servidor es escribiente de artículos en medios y novelas completas en mi casa.

No obstante, y aunque pinten bastos, siempre quedará el consuelo, o el extremo remedio, de comprar productos catalanes en Caprabo. Un 20% de descuento no es ninguna broma. Contra la crisis, cava y butifarra.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar