Debajo de cada niña o mujer con velo, hay un ser humano vejado, un semejante nuestro sometido a la desigualdad y la injusticia, una futura carne de cañón del poder del macho. Cuando los progresistas y los multiculti vean a Shaima con su pañuelo, o a las niñas ceutíes luciendo “felices” el símbolo de su opresión, que piensen que por debajo del velo no sólo está el cabello, sino la práctica de la poligamia. ¿Qué es eso? Que a un padre le dará igual que su hija sea la cuarta esposa de cualquier maromo, o que cualquier padre, marido o hermano podrá matarla si infringe el código de honor familiar. Las mujeres, para el islam, no son seres humanos, sino cosas, objetos, meras propiedades, como un caballo.
Los socialistas y sus estúpidos tontos útiles (conversos, curas rojos, analfabetos ilustrados…) no nos llevan a mayor democracia, tolerancia ni libertad. Nos llevan a la extinción.
