A los delincuentes, ¡puerta!

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Ay, cómo se han revolucionado los solibeatos (beatos de la solidaridad, me explico), aquellos que piensan en los derechos humanos del asesino y se limitan a tirar tierra sobre las tumbas de las víctimas. Cómo los encontramos en efervescencia por páginas de internet, blogs y cadenas de correos. Cómo exageran en sus exclamaciones, cómo fingen o están corrompidos hasta donde el tuétano es nada. La campaña contra el partido suizo Unión Democrática de Centro, por utilizar un cartel que les parece racista, y un mensaje que les semeja aberración, ha afilado lo peor de cada casa.

Sin embargo, los suizos están ya hartos de abrir los brazos a los criminales. Echemos un vistazo a las estadísticas proporcionadas por la Oficina Federal de la Policía de la Confederación Helvética: de todos los delincuentes fichados, un 52,8 % son extranjeros. De los asesinatos, un 55,5 % están cometidos por extranjeros. De las violaciones, un 85,5 % de las mismas son perpetradas por no suizos.

Ante estos datos, ¿sólo hay que callar? ¿no se va a imponer ninguna medida disciplinaria? La UDC apuesta por expulsar a los extranjeros delincuentes para proteger a los niños, las mujeres y los hombres del país, y están recogiendo firmas para tramitar la propuesta. La idea, desde luego, no es descabellada. Uno no planta rosas en el jardín para que los invitados se dediquen a pisotearlas.

Lo peor del argumentario, sin embargo, es la poca conciencia de Suiza de formar parte de Europa. Los suizos no parecen ver a Europa como una nación inmensa (la soñada por el belga Jean Thiriart) de la que ellos habrían de ser engranaje básico, aunque fuese en el nivel de cultura compartida.

Pero la propuesta de la UDC habría de extenderse como la pólvora a la Unión Europea. Aquí, en España, se podría hacer lo mismo: sellar el pasaporte a los delincuentes extranjeros y que no pudieran volver a poner el pie en nuestro país. Quizás así nos tendrían más respeto, nos considerarían más, y nuestro pueblo viviría más tranquilo.

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