La caricatura de la portada de El Jueves del pasado miércoles 18 de julio de 2007 es zafia, grosera, vulgar. Con independencia de la identidad de los personajes (Felipe y Letizia, José María y Ana, o Nicolas y Cecilia…), el mal gusto sería semejante. También se puede incluso pasar por alto, en la crítica, el coito, pues nada hay para escandalizarse en tal hecho en una relación de amor. Todo eso se podría obviar.
Sin embargo, donde más se rebajan los autores de la viñeta es en su consideración de la mujer: pasiva, indefensa, a la voluntad del macho, muñeca hinchable para uso y disfrute, mera comparsa, artilugio de carne, ser ocupado… Como uno de esos primores de película española, cuyo título no recuerdo, en cuyo tráiler se ve a una pareja en la misma posición (ella a cuatro patas, vaya), y la muchacha le pide al chico cambiar de postura para poder verle la cara. En un chiste demasiado fácil, el maromo coge su carnet de identidad y se lo pone delante del rostro. Lo lamentable, pues, no es representar a Letizia Ortiz así, sino que sea un símbolo del sexo femenino, y se ofrezca al lector la imagen de la mujer como un ser secundario, o peor incluso, un simple agujero. Bochornoso y vomitivo.
Ahora bien, si por un mero dibujo dos personas pueden ir a la cárcel, sálvese quien pueda. No nos escandalicemos, por tanto, de la rabia musulmana frente a las caricaturas de Mahoma o a Los versículos satánicos de Salman Rushdie. El mal gusto no puede ser elevado a la categoría de delito, porque aparecería en el listado gente bien dispar (desde Santiago Segura a los directores de las televisiones españolas) y la espiral no concluiría nunca. Hace algunos números, precedente en esta línea, El Jueves ofrecía la caricatura de José María Aznar sodomizado, y nada pasó.
Por eso, tras conocer el secuestro de El Jueves y la posible acusación contra el dibujante y el guionista de “injurias a
¿Y si no la hay?