El Jueves, la libertad, la cárcel

Al atribuir una épica libertaria al semanario El Jueves, son muchos los que han dejado pasar la oportunidad para contener el desbordamiento del ridículo. El humor puede ser Cervantes, Sterne, Tom Wolfe, Julio Camba y también la revista ´el jueves´, semanario satírico siempre a favor de la corriente. Los arduos debates en torno a la libertad de expresión pasan por alto que casi nada de lo que aparece en ´el jueves´ haría reír a un hombre de bien. El argumento suena a siglo XIX pero que suene a siglo XIX hace ver, por contraste, cómo estamos. La defensa de ´el jueves´ muestra el nivel dialéctico del republicanismo español, ahora en trance de postular que cualquier pareja pueda ser satirizada en un momento fuertemente biológico. Ahí es muy socorrido postular, en cambio, que dibujen a su madre. Por otra parte, aplicar la ley por oportunismo –para silenciar la amplificación del daño- viene a desconocer que hay unos presupuestos que condicionan la aplicación por automatismo de la norma: el argumento no se puede exorbitar y, por otra parte, son –somos- muchos los españoles a los que no nos gusta que traten así a los Príncipes de Asturias, del mismo modo que apetece poco que alguien se suene con la bandera del país. Para ver el riesgo de ´el jueves´ sólo hay que comprobar que podía ofender con discreción pero no podía ser reconducido sin escándalo. Eso es ganar o ganar, oficio de tramposos. Para la familia real, una acepción más del ser inermes. Quizá, es inevitable que al perder algunos respetos intangibles uno sólo pueda desembocar en un mal gusto que a su vez desemboca en lo inmoral. A ver si hay suerte y los mandan a la cárcel a ser un poco caballeros.