El pasado que no pasa

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Izquierda Unida y el Partido Socialista han pactado una declaración de “ilegitimidad” de las condenas y sanciones de los tribunales del franquismo. Todo esto forma parte de la Ley de Memoria Histórica, que sigue tramitándose en el Congreso. No cabe duda de que en los juicios sumarísimos ejecutados después de la guerra civil por el bando vencedor hubo casos de flagrante injusticia: al condenar no sólo crímenes de derecho común, sino también responsabilidades políticas, muchos justos pagaron por pecadores, cual es el caso, por ejemplo, del ministro anarquista Peiró, fusilado incluso a pesar del testimonio exculpatorio de relevantes personalidades del bando nacional. Ahora bien, en esos juicios fueron también condenados numerosos culpables de delitos comunes: asesinatos, robos, violaciones… Los testimonios de centenares de causas son elocuentes. Los cadáveres de 60.000 víctimas del Terror rojo tampoco son desdeñables. ¿Y qué hacemos ahora con los responsables de esos crímenes? ¿Consideramos ilegítimo también al tribunal que los juzgó? ¿Y eso no sería exculpar a los culpables? Todos estaríamos encantados de aceptar una especie de ley de “punto final” para los crímenes de la guerra y la posguerra; de los dos bandos. Sobre todo cuando ha pasado ya tanto tiempo. Pero lo que se está proponiendo desde los partidos de la izquierda, herederos directos de los protagonistas de la guerra civil, es formular un juicio retrospectivo con consecuencias legales, y eso es un perfecto absurdo. Como vivir en un pasado que nunca pasa.

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