Susceptibles nacionalistas

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En realidad todo consiste en esto: hay cosas que, aunque sean ciertas, no se pueden decir. Porque hieren y molestan. ¿A quién? A quienes mandan, y no hay más que hablar. Los nacionalismos, tanto en el País Vasco como en Cataluña –pronto en Galicia-, han construido un núcleo de poder que identifican abusivamente con su propio territorio y con todos sus habitantes. La casta política define a toda la comunidad. Treinta años de hegemonía, consentida por el resto de España, han llevado a que sólo ellos tengan derecho a encarnar a su pueblo, a su tierra, a su ser. Y si uno critica una situación concreta, como la discriminación lingüística en Cataluña que ha denunciado Telemadrid, entonces quien ha sufrido la crítica no es un Gobierno o una clase política, sino toda una nación, o sea Cataluña entera. Es absurdo, pero así es esta España donde las castas nacionalistas y sus satélites han constituido taifas con eternos derechos de inmunidad –y de impunidad. Y bajo esas castas, la mayor parte de la población se limita a abstenerse en ciega indiferencia, como en el referéndum catalán. Los secesionismos vencerán por aburrimiento de la mayoría. Por eso son tan estimulantes las voces como las de ese reportaje de Telemadrid : despiertan la conciencia.

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