Renacimiento

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Por favor, pongámosle remedio porque cuando las tonterías (y ay si fuesen sólo tonterías) se repiten una y otra vez, salen en los medios, no impera el menor espíritu crítico y el rebaño las pronuncia porque están de moda, se corre el peligro de que empiecen a andar también en boca de los políticos, los intelectuales deseen hacer méritos ante ellos, y determinadas “locuras” históricamente falsas, ideológicamente repugnantes y socialmente tendenciosas, se puedan hacer un hueco en el ámbito de las verdades imposibles de impugnar.

Una de ellas la veo transmitida por EFE y amplificada por los medios de “masas” (nunca mejor dicho) de determinados colonos y sus tontos (in)útiles. Se trata de la siguiente carga de profundidad: “Al Andalus fue la auténtica semilla del Renacimiento”. Así se expresa la novelista Magdalena Lasala, mostrando a las claras tener poca idea de qué fue Al-Ándalus y muchas menos aún de qué fue el Renacimiento.

Al-Ándalus no fue semilla de nada salvo del intento de aniquilación total de una cultura y una sociedad (las hispanas; las nuestras, para más señas), las cuales, durante muchos siglos, hubieron de estar sometidas a un poder extranjero y alienante. Y el Renacimiento es el re-nacimiento, y malamente podía re-nacer la cultura de la Antigüedad en el islam, habida cuenta, entre otras cosas, de su aversión por las artes figurativas. Por no ponerme trascendente y pensar en los hombres que decidieron recuperar el paganismo.

Querer convertir Al-Ándalus en germen renacentista responde a un descarado intento de introducir esa entelequia de alianza de civilizaciones medieval en la historia de Europa. Pero que nadie nos engañe: “Europa e islam” es como decir “blanco y negro”. Antónimos. O algo peor.

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