Vidal-Quadras, un señor de Barcelona

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 La comparación vale aún como brújula para la vida. También para la vida política, y nos vamos a ahorrar mil moralejas si comparamos a Alejo Vidal-Quadras con otros políticos de su tierra, de Pujol a Puigcercós, de Carod a Durán el ardoroso, de Borrell y Maragall a Vendrell o Joan Tardà. No caben muchas dudas a la hora de decidir a quién le confiaría uno la gestión de la empresa familiar. Hay una ignorancia muy activa en el electorado para que no cuenten como debieran la solvencia humana, la rectitud de una trayectoria, la calidad intelectual y las virtudes del carácter. Añádanse, en el caso de V-Q, la mezcla de lealtad hispánica y amor a Cataluña: antes de la monocromía nacionalista, eso fue una tradición.

Con web y con blog, V-Q no tiene nada de personaje del pasado aunque sí hace pensar en otros tiempos: esos tiempos mejores en que los políticos eran algo más que políticos, habían leído sus clásicos, sabían francés y articulaban discursos sin mirar papeles. Por supuesto, ser catedrático de física atómica –como es V-Q- y molestarse en escribir libros ya marca una distancia feroz con la mediocridad. En la Cataluña postburguesa, V-Q tiene como añadidura la distinción patricia del arraigo y las virtudes de moderación y claridad que se atribuían al mítico ‘señor de Barcelona’ por oposición al también mítico ‘anarquista de Terrassa’. Especialista en hacerse entender, la sensatez de V-Q entronca con Maura, con los mejores momentos de Cambó.

La ‘operación Majestic’ como política de hotel terminó con V-Q preparando las maletas. Por aquel entonces, Aznar hizo de Salomé para contento de un Pujol que insultaba por lo bajo a V-Q cuando este hablaba en el parlamento catalán. La interpretación general es que el PPC no se ha recuperado. A V-Q no le han faltado astucia y sentido de supervivencia: ahora está en Bruselas, lo cual es excelente para Bruselas pero para la derecha española significa la renuncia a un capital. Desde allí envía artículos informados y analíticos. Es uno de los pocos políticos capaces de escribir. Eso tiene que ver con la capacidad de cogitar.

Es una consideración melancólica el pensar que –tal vez- a V-Q no se le reconozca lo que ha hecho en pro del entendimiento, el encaje, la conllevancia, la concordia, llámese como se quiera. Esta misma semana, el Supremo ha dado la razón a la demanda presentada por Convivencia Cívica Catalana –entonces bajo presidencia de V-Q- para que los alumnos puedan elegir su idioma de escolarización. El fallo es una vuelta a la ortodoxia en tanto que el catalán entró en la escuela para ofrecer educación en la lengua materna del alumno y la Generalitat ha pervertido ese postulado al ofrecer un menú único de catalán y catalán. De Barcelona a Bruselas, la victoria judicial tiene una extensión muy dulce, un vencedor, muchísimos beneficiarios. Sólo la ensombrece, ay, el ser tardía.


 

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