Carmen Chacón, enfermera en jefe

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Haber pasado de los tercios de Flandes a Carme Chacón es una desventura de orden maximalista que los historiadores militares –gente seria de armas y de letras- tendrán que explicar con una angustia unamuniana. Posiblemente el Ejército español sobreviva a Chacón como sobrevivió a Rocroi pero –si se trataba de frivolizar-, Zapatero podía haber nombrado para el puesto a Chábeli Iglesias, chica educada y en perenne paro. Como la cuestión de la belleza es controvertible, de Chacón lo más positivo que puede decirse es que es simpática. Sin hacer una lectura fatalista de la historia, España es de los pocos países donde ser simpático le puede conseguir a uno un Ministerio.
 
Afecto a la disciplina, el callado estamento militar obedecerá a Carme Chacón como uno de los amargores del patriotismo. Al mismo tiempo, si asusta pensar en Chacón, aún ha de asustar más en lo que ha de ser su gabinete, en el entendido de que el gabinete de un ministro siempre es más radical que el propio ministro. No tiene mucho pase haber dedicado la vida a la balística, a la geoestrategia o a la inteligencia militar para ahora depender de una chica enrollada que –incluso por edad- debería estar no en los cuarteles sino en los bares del Borne. No, Chacón no es Michèle Alliot-Marie.
 
Hija de andaluz y catalana, Carme Chacón ha sido ‘rising star’ del zapaterismo, perfil ejemplar de una vacuidad intelectual aliñada con los suspirillos ecopacifistas del buenismo, la ligereza institucional y la sola idea de que la derecha es incompatible con la democracia. De su paso por el Ministerio de Vivienda al menos cabe decir que Chacón no ha hecho nada porque –de hacer algo- es casi seguro que lo hubiese hecho mal. Aun así, Chacón daba mejor en un ministerio de juguete que en un ministerio como el de Defensa, que al menos necesita una conciencia de responsabilidad y una cierta ‘gravitas’. Si España es, porcentualmente, de los países que dedican menos recursos a la Defensa, el nombramiento de Chacón resulta indiciario de tiempos aún peores.
 
Sólo esas dulcísimas cadenas con que el PSC sujeta al PSOE explican el ascenso de misil de Chacón, famosa hasta ahora por sus devaneos a dos bandas con Barroso y con Rubalcaba, harto primaverales los dos por la mirada de la muchacha miope. Rubalcaba se llevó la gloria política y Barroso se quedó con la Chacón. Hombre inteligente, Rubalcaba es de los que aciertan aun cuando creen haberse equivocado.
 
Con su pacifismo de balada, Chacón se convertirá en la enfermera en jefe de un Ejército que lo pasa mal en Afganistán y que está en Kosovo sin saber por qué pero que es muy eficiente en la distribución de bocadillos. Según los rumores, el objetivo de la legislatura en materia de Defensa es sustituir los funerales religiosos por los funerales civiles. Seguramente alguno habrá, si el militar español recibe órdenes de morir antes que matar. De Chacón, cuanto no sea desacierto, será sorpresa.

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