El Tribunal Constitucional

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El Tribunal Constitucional ha avalado la anulación de las candidaturas de ANV impugnadas por el Gobierno; por tanto, ha avalado la vigencia de las listas de ANV que el Gobierno no impugnó. Dice el TC que la anulación se justifica porque Batasuna ha penetrado en ANV “gradualmente”. El Gobierno ha dicho: “El Tribunal ha dado la razón al Gobierno”. Claro. Y eso es lo que levanta suspicacias.
   
El problema no es que el Constitucional haya ratificado la acción del Gobierno: esto era previsible. Tampoco sorprende que el Constitucional no haya dado un paso más y se haya limitado a las candidaturas previamente anuladas: seguramente el Constitucional se habría metido en un lío formal si hubiera declarado ilegales todas las listas de ANV. Por otra parte, el Tribunal Constitucional ya ha demostrado reiteradas veces que en determinadas situaciones “sensibles” no va a funcionar como un contrapoder. El problema, pues, no está en todo esto, sino en que el alto Tribunal, sin que nadie se lo pidiera, haya intentado justificar “doctrinalmente” el absurdo de que un partido sea ilegal “a trocitos” y, por tanto, legal también a trocitos. Es ese afán justificador el que empuja al TC a decir, desafiando al sentido común y a la información que todos conocemos, que Batasuna, en realidad ha penetrado en ANV “gradualmente”.

¿En qué basa el TC su apreciación? ¿En el propio hecho de que unas listas hayan sido anuladas y otras no? El razonamiento circular produce vergüenza. Y sobre todo, deja pensar que el “guardián de la Constitución”, en España, es una institución que no guarda tanto a la ley fundamental como al Gobierno. En ese sentido, cualquier proceso de voladura controlada del sistema podría ser factible si la pilota el Ejecutivo. Al tiempo.

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