El silencio de los corderos.

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Kane se comprometió a hablar en un artículo anterior del “silencio de los corderos”. Hoy es el día que toca hablar de este asunto. Hoy, avezado lector, no me detendré en sesudas disquisiciones ideológicas ni en otras propias de la politología. Hoy hablaremos de actitudes, de aptitudes y de acción política, de una acción política que combata y supere el “silencio de los corderos”. Un silencio cómplice de la injusticia. Me refiero, para aclarar las cosas, a la inacción, casi generalizada de la derecha española no nacionalista, vamos a la inacción del PP.

Parece que a este partido, que aglutina casi al 50% de los votantes españolas, le corroe un cáncer que avanza lentamente pero con paso firme. Le devora el cáncer de lo políticamente correcto, de las buenas maneras, del perfil bajo, del silencio. No hablemos para no errar, no levantemos la voz para no generar crispación, no levantemos la cabeza no vaya a ser que ofendamos, pidamos perdón por no ser de izquierdas, maticemos nuestro patriotismo con el apellido constitucional. Los errores evidentes de “Alí” ZP y sus 40 “pogresistas”, junto con la inteligencia preclara (de ese genio) que es Pepe Blanco, conducirán al partido del gobierno a su tumba política, devolviendo al PP al sitio del que nunca debió salir: la Moncloa.

Craso error, errado argumento. Desde la oposición no puede guardarse silencio, no puede dejarse al enemigo, al adversario, la iniciativa. Desde la oposición debe desgastarse al gobierno, poner encima de la mesa sus contradicciones y dar duro y donde más duela. Lo demás son complejos.

No soy capaz de entender los silencios del PP y de su líder, Mariano Rajoy ante la investidura del nuevo gobierno, de la formación y conformación de las mesas del congreso y del senado y ante el nombramiento de los presidentes de las cámaras que encarnan la soberanía nacional. Menos entiendo aún el sepulcral silencio que lleva a los populares y a su presidente a guardar silencio sobre quienes serán sus portavoces parlamentarios.

La derecha, bueno mejor la “no izquierda” (para hablar de derecha primero habría que crearla), debería alzar la voz y, tácticamente, ganarle la partida al PSOE. Ser acción para que los socialistas fueran reacción. Ganar el apoyo del pueblo español, valientemente, sin complejos apostando por los movimientos civiles y la sociedad.

Sin niñas cursis ni pocholos ni prejuicios. Buscando, en el baúl de los recuerdos ideológicos, aquella vieja receta que proponía el siguiente paradigma: “¡tanta sociedad como sea posible, tanto estado como sea necesario!”

Decía E. Burke que para que el mal triunfe solo era preciso que los buenos dejasen de actuar. Pues eso, ¡en marcha! , pero ¿cómo?. Es simple, parafraseando a Unamuno, “llamando al ladrón, ladrón y al embustero, embustero… y que nos ladren los perros”.

Para concluir quiero citar a Barry GoldWater, importante ideólogo del consevadurismo norteamericano, cuando decía: “…el extremismo en la defensa de la libertad no es ningún vicio. Y dejadme que os recuerde que la moderación en defensa de libertad no es ninguna virtud.

Ante los tiempos difíciles voluntad política y coraje.

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