El PP de Valencia ha dado recientemente ejemplo de cuál ha de ser una política encaminada al respeto y a la buena convivencia.
En primer lugar, el Consell ha decidido restringir por ley la apertura de los bazares regentados por inmigrantes chinos. Evidentemente esto habría de aplicarse asimismo a las verdulerías y fruterías que han aparecido como setas en manos de paquistaníes. La prohibición de abrir en domingo debería ser total, y volver a recuperar el día de descanso como día de encuentro y ajeno al consumismo.
En segundo lugar, el Ayuntamiento de Valencia de Rita Barberá está comenzando a aplicar la ley a los bicicleteros (recordemos, no ciclistas) multando con 90 € a quien circule por donde no está permitido. El PSOE de inmediato ha protestado, asegurando que hay denuncias de una actuación desproporcionada por parte de los agentes. Como siempre, no saben de qué lado llueve. Quien va por la acera no se expone al grito de un policía, sino a que la ley caiga sobre él, pues la calle está para el intercambio, y no para el egoísmo y el incivismo disfrazados de progresismo y conducta alternativa.
Medidas así, evidentemente, sólo molestan a quien atenta contra los ciudadanos respetables y contra el corpus legislativo de un país. Enhorabuena, y a seguir ahondando. Aún queda mucho por hacer, y Mariano Rajoy ha señalado el camino.