De la Sociedad General de Autores y Editores se sospecha que fue fundada por Stalin y Pol Pot pero lo único que se sabe con certeza es que la dirige Eduardo Bautista desde tiempo inmemorial y –seguramente- por años sin término. Cuando alguien es capaz de convocar una deploración tan unánime, los mecanismos del pensamiento humano tienden a articular una frase –la frase común del ‘algo habrá hecho’. Es el caso de Eduardo ‘Teddy’ Bautista, un señor al que también conviene mucho ese aforismo de Joubert según el cual nuestros descubrimientos nos devuelven a la verdad de nuestros prejuicios.
La SGAE, también llamada la Innombrable, tiene la mejor articulación jurídica conocida, consistente en que nadie sabe muy bien en qué consiste. Nos vemos abocados, pues, al conocimiento por el fragmento, que es cuestión muy postmoderna. Con la aplicación del método científico de los paleontólogos, podemos, con unos pocos datos, reconstruir algo de la SGAE, igual que a partir de un par de vértebras se recrea un pterodáctilo. Lo que se sabe de la SGAE es que maneja tanto dinero que seguramente lo guarda no en cajas fuertes sino en naves industriales, y que ese dinero se le sustrae al buen paterfamilias y –antes o después- llega a Pilar Bardem. Bien, también a otros, pero esta señora está en todas y por algo será. También se sabe que la SGAE pace en el Palacio Longoria, que es una especie de soufflé de escayola, y que, gracias al Gobierno, irá al Palacio del Infante don Luis, sustraido al efecto –lo suyo es sustraer- al Ejército y al Ayuntamiento de Boadilla del Monte.
En términos generales, para gustar de Eduardo ‘Teddy’ Bautista hay que adscribirse a uno de estos grupos: a) entusiastas del pago de impuestos; b) asalariados del Partido Socialista; c) Pilar Bardem. Donde se dice Pilar Bardem, se puede leer Javier Bardem, pues hay familias que se extienden como el cólera. La SGAE parte de la práctica redistributiva antisocialista de que, quien más tiene, recibe más, en tanto que quien tiene poco, recibe muy poco. De ahí que guste tanto en los ámbitos de los nuevos académicos. Su último canon, el digital, es un impuesto que se paga por si acaso, lo cual ha sido una gran revolución en el derecho confiscatorio. La SGAE también reacciona con defensa calderoniana de su honor cada vez que alguien dirige suavísimas palabras contra ella. Lo más cierto que se puede decir de la SGAE es que va detrás de un mercado musical en el que hay que usar más imaginación pues no se venden discos. Eso que ganamos en conciertos.
Teddy Bautista tiene, dice la leyenda, una carrera musical comparable con la de Ramoncín, es decir, una carrera sin éxito ni prestigio. De su arte puede decirse lo que se dice del cielo: que ni ojo vio ni oído oyó. Al parecer, su mayor gloria la conoció en los setenta, cuando interpretó a Judas en Jesucristo Superstar. Que nadie se llame a engaño: interpretó a Judas Iscariote, el de las treinta monedas.