¿Representa Rajoy a la derecha social española?

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Mariano Rajoy ha sido proclamado por su Partido como candidato a la presidencia del Gobierno. No es que lo dudáramos, pero el acto del pasado fin de semana no tenía por objeto despejar una incertidumbre, sino afianzar una certeza y dorarla de rataplán. Hemos visto a Rajoy rodeado de quienes serán su equipo: desde Juan Costa hasta Paco Camps, pasando por Ana Pastor o Pilar del Castillo. Son nombres de primer orden, con experiencia de Gobierno y, en cualquier caso, sensiblemente superiores a la colección de medianías que hoy se sienta en el consejo de ministros con Zapatero. La pregunta, en todo caso, no es si estamos ante un buen equipo de gestión –asunto éste que siempre ha sido un punto fuerte de la derecha española-, sino, de una manera mucho más elemental, si esto es realmente la derecha, o en otros términos: si esa gente que hemos visto ahí representa con suficiente sentido de la proporcionalidad a la derecha española real, la que ha salido a la calle en estos últimos años para protestar por la negociación con ETA o por la reforma de la enseñanza. Y la respuesta para esa pregunta es necesariamente negativa: esta derecha de diseño, mucho más cómoda con la neutra y relajante etiqueta de “centro”, se comporta como si fuera lo mismo que la derecha social. Sigue habiendo en el centro-derecha político español una cierta atmósfera de acomplejamiento, de inferioridad ante la izquierda, que la derecha social, la de la calle, ya no siente. A este PP le falta pueblo, sencillez para decir lo que su gente piensa (en materia de inmigración, por ejemplo) y gallardía para abanderar la identidad histórica española, y le sobran deseos de quedar bien con la “prensa progresista”. Rajoy puede permitirse estos juegos porque sabe que, inevitablemente, el próximo mes de marzo toda la derecha social le votará: es el mal menor. Pero no estará de más que el PP se decida, de una vez por todas, a representar verdaderamente a sus bases. 

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