La globalización, una crisis de cultura

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Los medios de comunicación. Esa va a ser la gran aportación del siglo XX a la historia de la civilización universal. Todas las crisis que estamos viviendo en este momento son las de la transformación de un mundo que se ha quedado absolutamente anticuado en un tiempo inverosímil. El alcance del cambio es tan total que aún no somos capaces de manejar el efecto de la desaparición de las estructuras y los medios sociales existentes.

Asistimos a los balbuceos de una sociedad todavía "en pañales" de lo que esta revolución significa. Hablamos de “aldea global” pero aún no sabemos muy bien si con eso queremos decir que vivimos en un poblado de dimensión planetaria, o que el planeta se ha convertido todo él en un poblado.

El hecho es que podemos estar en un lugar y en el diametralmente opuesto en un brevísimo plazo de tiempo; podemos trabajar por la mañana en un lugar y treinta horas mas tarde tener una reunión de trabajo vespertina en la misma fecha y en distinto continente.

Nos esforzamos por construir sociedades justas y en el mismo día podemos pasar del edifico mas lujoso de Oriente, a la región mas desvastada de América; podemos ver el lugar mas insignificante de la aldea mas remota y lo que sucede allí en ese mismo instante como si de una caja oscura se tratara, pero desde uno de los cientos de satélites que orbitan sobre nosotros; hablamos y nos vemos con personas de cualquier lugar del mundo en el momento que lo deseamos.

Sabemos lo que pasa en cada lugar en el mismo instante que sucede, y podemos sobrevolar esos lugares de muerte y horror diarios camino del paraíso hacia donde vamos a disfrutar de nuestras lujosas vacaciones.

Al hablar de la globalización queremos decir que una nueva era ha comenzado. Estamos en los inicios de una nueva civilización, pero aún no sabemos como manejar las claves que la han alumbrado. Aún estamos desconcertados y confusos intentando organizar la escala del nuevo panorama.

La escala, un concepto muy fundamental en la historia del hombre  que demuestra que es precisamente la escala humana de las cosas la clave de su dominio y que esa escala humana no tiene nada que ver con el tamaño absoluto sino con la relación de proporción.

El caso es que para dar lugar a una nueva civilización que sea global hemos de conseguir una perfecta integración entre todas las culturas que en el globo existen. Para ello es muy importante el conocimiento profundo de cada una de ellas y de sus elementos capaces de generar fusión. Es imprescindible el sentido de pertenencia a una cultura para poder formar parte de otra nacida de ella, y que por lo tanto también sea nuestra. Hay que construir esa relación de proporción que vinculará para siempre la nueva cultura con el individuo.

Si no lo hacemos así, en lugar de fusión sólo generaremos "confusión" y da la impresión que eso es exactamente lo que estamos generando.

Es imprescindible por eso reivindicar ahora con más fuerza que nunca el conocimiento  profundo de nuestras raíces, de nuestra cultura, la que es propia y diferenciadora. La globalización no se consigue haciendo que cada uno pierda su identidad para conseguir una igual para todos sino haciendo que todas las identidades se sumen y en la operación den lugar a una nueva, inédita y excepcional que sea el conjunto de todas.

El desafío es muy importante y la magnitud de la transformación es de tal dimensión que a nuestra generación se le proporciona la oportunidad de ser la protagonista de este suceso.

El arte ya lo anunció con la revolución abstracta de la primera década del siglo XX. Desde entonces andamos perdidos y desorientados.

La crisis no es económica, ni social, ni política.

La crisis es una crisis de cultura. En ese campo precisamente deben incorporarse la investigación el diseño y la innovación. Mientras tanto andaremos perdidos, dando tumbos, desorientados. Mientras tanto no estaremos globalizados a pesar de las apariencias.

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