Lecciones de la manipulación mediática del 1-O

Las revoluciones las ganan hoy quienes se ponen a llorar

Nos hemos convertido en una sociedad superficial, lacrimógena, moralmente embotada.

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Nos hemos convertido en una sociedad tan superficial, tan lacrimógena, tan moralmente embotada, que nada puede hacerse contra la escenificación prefabricada de la asimetría entre policía y manifestantes. Hay un fondo anarquista en la conciencia del ciudadano de hoy –un ciudadano adolescente, perfectamente inconsciente de la causa profunda del equilibrio cotidiano del que disfruta, un equilibrio que le resulta imperceptible. Cualquier uso de la fuerza por parte del Estado le parece que desborda una situación original de armonía, en lugar de entender que trata de restaurar un orden artificial y precario.

La preminencia de la imagen sobre el análisis era previsible. Ha ocurrido también en los medios europeos que aceptan sin más las cifras evidentemente mentirosas del gobierno de la Generalitat. Que se produzcan 800 heridos y solo uno de ellos sea grave es literalmente imposible. Cuentan los ataques de ansiedad, los rasguños, nadie muestra ningún parte, tienen la consigna de ir al hospital con cualquier cosa. Como siempre, el insoportable victimismo de una Cataluña enamorada de sí misma. Y los demás sucumben al escenario, a la emoción sensiblera que transmiten unas escenas perfectamente buscadas e instrumentalizadas. El impacto inmediato de las imágenes y el culto irracional a quien clama para sí el estatuto de víctima hacen imposible cualquier reflexión, y hoy las revoluciones las ganan quienes se ponen a llorar. Lo cierto, sin embargo, es que la economía de la fuerza desplegada por Policía y Guardia Civil ha sido realmente remarcable dadas las circunstancias.

Evidentemente, la democracia era lo de menos. Van a declarar unilateralmente la independencia, incluso tras la broma grotesca de la votación del pasado domingo, con votos descontrolados y, a pesar de ellos y según sus cálculos, con un 35% de la población. Que puedan dar por bueno lo salido de semejante esperpento habla mucho de ellos y de su intención primigenia. Que no es la democracia, sino su proyecto de nación.

 

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