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Kay Hymowitz es “senior fellow” en
“Lo liberal que queda en mí –dice Kay Hymowitz- me lleva a pensar que la desigualdad es un problema social gravísimo, sobre todo cuando a ello se une la falta de movilidad social. Una cosa es que, aunque haya diferencia entre ricos y pobres, los segundos tengan oportunidades para llegar a formar parte del primer grupo. Pero si los pobres siguen siendo pobres generación tras generación, sin posibilidades de avanzar, es que algo falla”.
Para la autora, el espectacular aumento de la ilegitimidad y del divorcio durante los últimos cuarenta años –lo que ella denomina la “revolución de los no casados”- se ha disparado de forma alarmante en los hombres y mujeres menos educados. Las mujeres que han estudiado en
“Teniendo en cuenta que los niños que se educan con sus padres casados son capaces de destacar en un abanico de actividades mucho mayor que el de los que se educan fuera de una familia –explica Hymowitz-, esto nos hace pensar que la estructura familiar juega un papel importante en el aumento de la desigualdad. Es más, aquellos niños que son hijos de madres solteras tienen más posibilidades de acabar siendo madres o padres solteros también. Es la perpetuación de la ‘distancia marital’. Los hijos de solteros tienen más posibilidades de no conseguir el graduado escolar que los que nacen en una familia estable. Por eso mi libro se llama así: Matrimonio y Casta: Familias separadas y desiguales en una edad post-matrimonial”.
Hymowitz estima que “los matrimonios son dos pares de manos, dos cerebros que resuelven problemas, dos personas para cuidar de los niños, por no hablar de que hay dos sueldos, con los que se puede comprar una casa en un distrito donde haya un buen colegio. Esta teoría, sin embargo, no funciona cuando hablamos de padrastros o madrastras, ya que, aunque todo lo anterior se da, aún así el niño sale peor que el de las familias casadas. Lo mismo con los niños que viven con padres que viven juntos, pero no están casados. Yo creo que el matrimonio es más que una suma de partes, más que el anuncio público de amor y compromiso, como muchos americanos lo definen. Es una institución social que durante su existencia ha satisfecho las demandas económicas y culturales que se han creado”.
Consecuencias de la revolución sexual
Un aspecto importante es la posición específica del matrimonio dentro de la cultura norteamericana. La evaluación de Hymowitz vale, en realidad, para la cultura europea en general: “El matrimonio americano nos dice cómo vivir, mensajes con una larga historia que nos ayudan a triunfar en esta sociedad. Ello le da a la juventud un guión a seguir, una orientación hacia el futuro y ayuda a aumentar la creación de riqueza. Desde el principio, los matrimonios anglo-americanos estaban ligados a la propiedad privada. En la antigua Inglaterra una pareja debía esperar para casarse, y para tener hijos, claro, hasta que tenían un trozo de tierra que les permitiría ser auto-suficientes. Los fundadores americanos también ensayaron esta idea de autogobierno de las parejas con niños. Por eso el matrimonio y la riqueza están unidos. Los hombres casados ganan más que los que no lo están, controlando la raza, la educación y casi todas las medidas variables. El 70% de los hogares de Norteamérica tiene su propia casa; casi todos son matrimonios casados”.