Rosa María Calvente, candidata de VOX por Marbella fue madame de burdel. O algo parecido.
¿Y qué?
¿Hay algo más digno que trabajar como empresaria en cuestiones que hacen felices a los demás, como la restauración, el celestinaje, los viajes, los asuntos venéreos?
La pechoñocracia descarga su ira contra esta honrada mujer que sólo quiere lo mejor para su pueblo: orden, progreso, limpieza, buenos servicios públicos y privados, seguridad..., máxime tratándose de una localidad muy turística. ¿Qué hay de nefando en promover y trabajar en actividades de ocio?
¿Qué hay de nefando en promover y trabajar en actividades de ocio?
¿No sabe la respetabilidad que una buena red de burdeles en todo el territorio nacional —los entrañables puticlubs ibéricos— es una fuente de paz social? Bien es sabido que en España los hombres casados no pueden cumplir con el débito conyugal excepto cuando se trata de reproducir a un nuevo conribuyente-trabajador-pagador de pensiones. Las esposas españolas, sean progres o sean carcas, bien aprendida tienen esta lección de la Iglesia Católica.
Ya san Agustín y el Aquinate, padres de la Iglesia, aceptaban el meretricio como mal menor. Y los Austrias bien que lo fomentaban en toda la metrópoli del mayor imperio que han visto los siglos. Se calcula que en los tiempos de la dinastía Habsburgo había en Madrid cientos de casas de lenocinio.
Ahora vienen estos catetos a cerrar lupanares, pisos, casitas de colores, a destruir miles de puestos de trabajo, a negarle el pan a mujeres millones de veces más honradas que los politicastros progres.
No nos extrañe que los orcos de Mordor y sus calzonazos maridos que componen la progredumbre sean el perro del hortelano, que ni jode ni joder deja.
Joden, pero en el mal sentido del término.
"El que no fornica, jode", dice el adagio popular.
El que no fornica, jode, dice el adagio popular.
Pero el Día de la Ira no está lejano y vendrá la Gran Ramera Escarlata a poner orden y enviar al lago Estigia de azufre a sus corruptos y pudibundos pellejos.
El gran poeta mexicano Jaime Sabines tiene algo que decir en todo esto:
Santoral del Sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.
Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio, sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.
No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.
Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.
Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.
En el lugar que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.
Oh puta amiga, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti… todo el tiempo.
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