El Sánchez ese

Esto va a peor. Y Sánchez es para ello una garantía acuñada y contrastada.

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En breve, el felón Rajoy será expulsado a patadas del Palacio de la Moncloa. La lista de sus traiciones e ignominias es casi interminable. No derramaré una lágrima por él. Espero que el Estado de Derecho (lo poco que queda de él) le busque alojamiento adecuado en algún penal.

Pedro Sánchez, el gañán guaperas, ganará para su encumbramiento la Presidencia del Gobierno, algo que nunca hubiera conseguido por el líquido veredicto de las urnas. Su alianza de facto con todo cuanto ansía destruir España, indignados varios y taifistas garrapatas, racistas y delincuentes de la supremacía, tiene mayoría aritmética parlamentaria. No será un nuevo Frente Popular. Sino el camarote de los Hermanos Marx.

Albert Rivera queda reducido a lo que es por el momento, irrelevancia pura. Su ocurrencia tosca de pedir dimisión para nuevas elecciones (ahora ya impracticable) o un compromiso de gobierno instrumental para sólo convocar, suena pueril a estas alturas. Su ocasión, que la tuvo, era tumbar los Presupuestos Generales del Estado. Miró para otro lado. Pues no siempre “nadar y guardar la ropa” da buenos resultados. En el actual reparto pinta ya muy poco. Pataleo.

Dos años en Moncloa dan para mucho. Los fontaneros de Sánchez tienen experiencia de sobra en las más sucias maniobras. Levantar alfombras, demagogias infinitas y componendas de magia ful. Así que no tengan confianza alguna en las encuestas actuales. El confuso y pastueño pueblo español no tiene opinión propia. Puede salir por Antequera sin aviso previo.

De algo sí estoy seguro. Esto va a peor. Y Sánchez es para ello una garantía acuñada y contrastada. Espero que nuestra Patria, España, sobreviva. Y como puede comprenderse, no será gracias a los consensos, pactos y compromisos con repugnantes enemigos: etarras triunfantes y separatismos yihadistas. El reto nos afecta a todos. Como casi siempre ocurre, la neutralidad va a tener poca cabida. Conviene irse organizando. Urge.

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