Las miles de personas que anoche acamparon en la madrileña Puerta del Sol, así como las que, en grupos más reducidos, lo hicieron en otras ciudades de España (Barcelona, Granada, Zaragoza…) expresan de manera obviamente confusa y desorganizada un auténtico clamor —que ha ido tomando forma a través de las Redes Sociales— contra la casta política (y también la económica) que, una vez más, va a ser reelegida en las próximas elecciones partitocráticas del domingo.
Por supuesto, los habrá —los hay ya— que, como siempre, van a intentar manipular, pescar en río revuelto, aprovecharse en fin de lo que ahí late para llevarlo a sus propias y turbias aguas.
Por supuesto, hay por ahí en medio algún grupo anarquista que a uno le pone los pelos de punta, o hay por ahí algún personaje… como el inefable Willy Toledo.
Por supuesto, hay también la habilidad de la prensa de izquierdas que, contrariamente a la otra (la cual, aterrada, sólo ve una “conspiración del PSOE”), expresa una especie de simpatía (o de no hostilidad) hacia un movimiento. Sería realmente la primera vez que un partido lanzara un movimiento para… atacarse a sí mismo, es decir, al “corrupto sistema del PPSOE”.
Por supuesto, hay también algún punto del Manifiesto que se ha lanzado que es difícil de suscribir, como por ejemplo el tono ingenuo con el que se reivindica la “igualdad” y la “felicidad”.
Pero ¡qué más da! ¿Alguien es tan bobo como para creer que la plaza pública, la lid política, es un sitio donde rige —o debería regir— la pureza y la perfección, un sitio donde se puede ir sin mancharse las manos?
Lo que importa es que, por primera vez —sí, peso mis palabras: por primera vez— sale a la calle un movimiento que impugna la generalidad del sistema sin caer en las trampas ni de la derecha ni de la izquierda.
Atengámonos a lo que dicen las pancartas y a lo que se expresa en el Manifiesto cuyo texto reproducimos en esta edición especial de Elmanifiesto.com. Un texto del que cabe destacar que, por primera vez, se está reivindicando todo lo que hay que reivindicar, sin que haya rastro del odio que lleva por nombre “lucha de clases”.
Leamos este manifiesto:
“Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos.”
“Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado.”
“No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.”
“Si no nos dejáis soñar, ¡no os dejaremos dormir!”
P. S.: Vale la pena leer también el artículo que Gabriel Albiac publica hoy en ABC.
