Más audiencia que las campanadas de fin de año
Debate Rajoy-ZP: cuando la política es interesante
elmanifiesto.com
27 de febrero de 2008
Más de 13 millones de personas han seguido el debate Zapatero-Rajoy. Impresionante. Ni las campanadas de fin de año consiguen despertar tanto interés en el ciudadano medio español. Este primer debate ha sido todo un hito informativo. Pero también algo más. Ha demostrado que la gente no pasa tanto de la política como hemos estado pensando a lo largo de estos últimos años. Esta legislatura de Zapatero ha venido a despertar un sano y valiosísimo interés por la política.
RAQUEL MARTÍN/PAGINASDIGITAL.ES
En cierto modo parece que estamos viviendo una novedad que no podemos dejar de subrayar y valorar. Nunca como hasta ayer la política pura y dura ha arrasado en las cuotas de pantallas de las televisiones. No se hablaba de amores y desamores entre famosos, se debatió durante 90 intensísimos minutos de la nación, el terrorismo, educación, inflación, inmigración, vivienda y seguridad.
Que 13 millones de personas estuvieran frente a su televisor significa que la gente está sensible a un posible o hipotético cambio de Gobierno. Que está atenta a percibir las diferentes políticas para resolver muchos problemas que, aunque algunos lo nieguen, le afecta muy cotidiana y directamente. La noticia es que la política interesa. Además, el desarrollo del debate aportó mucha agilidad en los mensajes, evitando ser tedioso, y el lenguaje utilizado por Rajoy y Zapatero se hizo meridianamente comprensible para todos. Rajoy se hizo entender a la perfección y quien escuchó a Zapatero comprobó que el presidente aportó dos ideas y punto. Creo que ningún joven pudo quedarse indiferente ante este debate de gran altura. Pocos que lo siguieran pudieron concluir con aquellos clichés típicos de la juventud: “no se les entiende nada”, “todos son iguales”, “la política no me interesa”.
No, esta vez la política interesa y mucho. Bien es verdad que venimos de una legislatura en la que, como nunca, los españoles han salido a la calle en numerosísimas ocasiones, y la verdad es que se ha demostrado todo menos indiferencia por lo que estaba pasando con el Gobierno de Zapatero. En estos cuatro años se ha desperado un sorprendente interés por la política y eso, gracias a Zapatero.
Analizamos ahora los mensajes de los líderes. Sin duda Rajoy no perdió durante su debate ni un solo voto de los 10 millones que consiguió en el 2004 y puede que haya conseguido muchos más, que es lo importante, votos para ganar. No sabemos si al final Mariano Rajoy ganará el próximo 9 de marzo, pero no me cabe ninguna duda de que se ha ganado su liderazgo dentro y fuera del partido.
Dentro era muy importante, tras las eternas dudas y enormes presiones, que las ha tendido, en torno a su manera de ser y actuar. Y además hay que recordar que el último debate sobre el Estado de la Nación con Zapatero lo perdió. Fuera consiguió la empatía con el telespectador. Habló para la mayoría de los españoles, se identificó con sus preocupaciones, es más, no hubo una sola idea que aportara con la que uno no se sintiera representado, ya hablara del precio de la cesta de la compra o de la injusticia antidemocrática del aislamiento al PP impulsado por el PSOE en esta legislatura.
Ahora, Zapatero. Lo que más me sorprendió fue su falta de fortaleza en sus argumentos. Sé que los tiene y muy elaborados, pero no supo defenderlos, o mejor dicho, se esfumaron en 90 minutos. Todo lo que Zapatero ha venido a representar se acabó en el debate. No aguantó dos envites a la acusación lanzada por Rajoy de que había agredido a las víctimas en estos años. Pidió que retirara tal acusación, Rajoy se mantuvo y se calló. Zapatero se calló. Si alguien se siente ofendido hasta lo más profundo no se calla, pero él no respondió y el que calla otorga. Puede que a un político le salga mal un debate televisivo, que no sea su noche, tal y como le sucedió a Manuel Pizarro frente a Pedro Solbes. Pero lo que sucedió con Zapatero fue algo más grave. Algo más grave que una decepción por la debilidad de su fortaleza interior. Es como si hubiera desaparecido. Si su proyecto, figura e imagen fueran no ya cenizas, sino humo que se lo ha llevado el viento. La nada.
¿Te ha gustado el artículo?
Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.
Quiero colaborar