Tras una primera edición europea el año pasado, se organizó en Budapest una segunda edición del CPAC (Conservative Political Action Conference) los días 4 y 5 de mayo de 2023. Única versión de esta gran reunión de conservadores (al estilo de los republicanos estadounidenses) a este lado del Atlántico, no es casualidad que el evento se celebre en la capital húngara. En medio de un pulso con Washington por la guerra de Ucrania, así como contra la ideología woke y progresista, y a un año de las elecciones europeas, Viktor Orbán pretende cuidar sus relaciones estadounidenses y demostrar al mundo y a sus votantes que no está en absoluto aislado en la escena internacional.
"No a la inmigración, no a la ideología de género, no a la guerra"
Ante un auditorio lleno en el Bálna, un antiguo almacén transformado en centro comercial y de congresos a orillas del Danubio, Orbán lanzó una vigorosa diatriba contra el progresismo occidental. "Todos estamos siendo atacados, tanto en Europa como en América [...], y el ataque no es de índole económica: nos enfrentamos a un arma biológica, es un ataque viral que se ha lanzado contra nosotros. Este virus lo han desarrollado en laboratorios progresistas liberales. [...] Es un virus 'nacionalófago', destructor de naciones", declaró el primer ministro, en una alusión suficientemente clara para una reunión en la que los antivacunas estaban presentes en gran número: Kari Lake, Rob Roos, Virginie Joron, Eva Vlaardingerbroek, por nombrar sólo a algunos. "Los hombres sin patria no pueden ser libres: sólo serán nómadas asentados aquí y allá, meros peones de la élite mundial."
El discurso de Orbán, una oda a los conceptos de nación y Estado-nación, se centró en el colapso de Occidente y su relativo declive en comparación con el resto del mundo, tanto demográfica como económicamente. Según Viktor Orbán,
"Occidente ha perdido su lugar como líder en todo menos en cuestiones militares"
Occidente ha perdido su lugar como líder en todo menos en cuestiones militares. "Pero si sólo queda la ventaja militar, ello conduce necesariamente a conflictos armados, y eso es lo que está ocurriendo hoy". Y a este respecto, Orbán es categórico: el único culpable de esta situación son los propios occidentales.
Utilizando la imagen de un virus para referirse a la ideología woke propia del progresismo radical, Orbán prosiguió: "Este virus no se ha escapado, sino que ha sido producido, multiplicado y lanzado en todo el mundo. La inmigración, la ideología de género, el wokismo, todo ello son variantes del mismo virus". Según Orbán, el inmigracionismo y la ideología woke proceden de una misma voluntad: la de destruir naciones, atomizar sociedades y deconstruir identidades.
A continuación, el jefe del gobierno húngaro arremetió contra la "diplomacia progresista", de la que dijo que es de naturaleza imperialista y que, en nombre de la exportación de la democracia, ha destruido países. Pidió seguidamente el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos, afirmando que, si él fuera presidente, hoy no habría guerra en Ucrania.
"Los progresistas siguen aplicando una política imperialista"
"Los progresistas siguen aplicando una política imperialista, presionando diplomáticamente a las naciones y esperando que se alineen con ellos. ¿Apoyas la inmigración, la propaganda de la ideología de género, la relativización de la familia, la sexualización de los niños? Quienes se oponen a ello son designados enemigos, y se pronuncia contra ellos la fatwa liberal". Y concluyó: "El objetivo final de la diplomacia del imperialismo progresista es privar a las naciones de la Unión Europea de su derecho a una diplomacia nacional".
Dirigiéndose directamente a los invitados estadounidenses, Viktor Orbán se mostró más optimista, al tiempo que esbozaba una amplia sonrisa. "La buena noticia es que aquí, en Europa, la reconquista ya ha comenzado", dijo Orbán, antes de citar como ejemplos las victorias de los conservadores en Italia e Israel, y expresar su optimismo respecto a España y Polonia, donde se celebrarán elecciones este año. El próximo objetivo son las elecciones europeas de 2024.
Uno de los participantes en el congreso luce una camiseta con las fotos de Orbán y Trump. En ella se puede leer: "Hacedores de paz. Salvadores del mundo"
Al final de su discurso, Viktor Orbán recurrió de nuevo a la metáfora viral. "La buena noticia es que ya no hay necesidad de buscar una cura para el virus progresista. La tenemos aquí, en Hungría. Disponible para todos. Es gratuita y, con una simple adaptación local, puede aplicarse en cualquier lugar y funciona. [...] Protege contra todas las variantes del progresismo y, además, no tiene efectos secundarios. [...]
"La buena noticia es que aquí, en Europa, la Reconquista ya ha comenzado"
Basta que, antes de las elecciones, se escriba en la bandera, con letras enormes y visibles en la bandera: ¡No a la inmigración! ¡No a la ideología de género! ¡No a la guerra!"
Para el hombre fuerte de Budapest, el punto débil de los progresistas sigue siendo la democracia. "Ya sabían en la antigua Roma que hay dos formas de tomar una ciudad: o conquistar sus murallas u ocupar sus santuarios. Propongo que empecemos por los santuarios y luego vengan las murallas. En los últimos años hemos tomado grandes santuarios europeos: Budapest, Varsovia, Roma, Jerusalén; Viena no carece de esperanza. Pero lo cierto es que los dos principales santuarios de la democracia moderna, Washington y Bruselas, siguen en manos de los progresistas. Actuemos para que esto deje de ser así".
Los participantes en el evento
La organización algo caótica del evento no impidió que miles de conservadores se reunieran en el corazón de la capital húngara durante dos días. Políticos, periodistas, líderes de opinión, empresarios, académicos y otros entusiastas participantes pudieron establecer contactos, entrevistarse e intercambiar opiniones.
El encuentro fue una auténtica Torre de Babel, con personas procedentes de Francia (con la salomónica presencia de Jordan Bardella por parte del Rassemblement National, y de Marion Maréchal por parte de Reconquête, de Éric Zermmour), España (con la presencia de los eurodiputados de Vox Jorge Buxadé y Hermann Tertsch), Estados Unidos, Portugal, Georgia, Polonia, Holanda, Alemania, Eslovenia, Serbia y Suecia. Y lo que es más interesante, la diversidad de opiniones sobre cuestiones extremadamente conflictivas, como la guerra en Ucrania o el Covid, mostró la voluntad de las distintas fuerzas presentes para cooperar profundamente entre sí, así como la necesidad de Orbán de ampliar su círculo de partidarios y aliados.
Pero si Viktor Orbán expuso claramente su visión de la agenda progresista, sigue habiendo diferencias significativas entre las fuerzas conservadoras. "Es curioso que Orbán, que ha puesto en marcha normas Covid restrictivas y absurdas como en todas partes, esté jugando a escondidas con los antivacunas de aquí y del otro lado del Atlántico. Pero es cierto que el viento está cambiando en este tema", confesó un funcionario europeo que deseó mantenerse en el anonimato. En cuanto a la guerra de Ucrania, los polacos, también muy pocos este año, esquivaron diplomáticamente el tema y prefirieron concentrarse en la lucha común contra el wokismo, la cultura de la cancelación, la deconstrucción de la familia tradicional y la sexualización de los niños. Entre los mensajes grabados para la ocasión y emitidos en todas las pantallas de la Bálna se encontraban los de personalidades como Donald Trump, Steeve Bannon o Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente Jair Bolsonaro.
Y, a un año de las elecciones europeas, el objetivo de Viktor Orbán, que se encuentra más aislado que nunca dentro de la Unión Europea, consiste, por un lado, en enviar un mensaje a su electorado con el fin de tranquilizarlo sobre el acierto de las opciones geopolíticas del gobierno húngaro, al tiempo que, por otra parte, prepara el contraataque en el Parlamento Europeo. La presencia de muchos eurodiputados, pero aún más la de la estrella emergente Kari Lake, de quien se dice que podría ser la próxima candidata republicana en las elecciones estadounidenses de 2024, o la del primer ministro georgiano Irakli Garibashvili, del expresidente checo Vacláv Klaus y de los exprimeros ministros checo y esloveno Andrej Babiš y Janez Janša, hicieron qu el congreso, de dos días de duración, se convirtiera en un importante foro del conservadurismo europeo.
Comentarios