De Verdún a Nuremberg (I)

Primera parte del análisis de nuestro especialista militar sobre la situación, estas Navidades, en la guerra de Ucrania.

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Salvando las distancias, pareciera que los tiempos que estamos viviendo en relación con la guerra en Ucrania nos retrotraen a épocas y momentos pasados. La aparente estabilización del frente y la solicitud de juzgar a los responsables de este conflicto guardan muchas similitudes con acontecimientos históricos. Los medios occidentales siguen insistiendo en un relato propagandístico y no informativo, al tiempo que, corresponsables en buena medida, de la continuidad de esta guerra, siguen sosteniendo la superioridad de las fuerzas ucranianas y su próxima victoria. Sin embargo, la realidad sobre el terreno es distinta.

La reciente visita del presidente Putin al Estado Mayor del  ejército ruso para informarse sobre el desarrollo de las operaciones militares y su visita a su homólogo bielorruso, Lukachenko, así como las visitas del ministro de Defensa Shoigu y de su segundo, el general Guerasimov, al frente, todo ello deja entrever que en los próximos días habrá algún acontecimiento relevante en la evolución del conflicto. Según las declaraciones del portavoz de la oficina presidencial, Putin visitó la línea de frente en el Donbass. Si lo hizo —cuestión que está por confirmar—, lo haría con las características que corresponden a su antigua función en el pasado: con total discreción. Nada que ver con la visita propagandística de Zelinsky que ha sido portada de todos los medios.

El general invierno ya ha hecho su aparición en el frente ucraniano. El frío está endureciendo la tierra hasta ahora embarrada por las numerosas lluvias otoñales, y las bajas temperaturas empiezan a hacer mella en soldados y material. Sin embargo, pese a ello, la guerra sigue su lento progresar.

La situación en los frentes

Una línea de frente de más de 1.200 km desde Kharkov a Jersón, en la que destacan principalmente dos frentes: Adviika en la región de Donetsk y Artyomovsk (Bakhmut), donde se están desarrollando los combates más feroces entre las tropas rusas, que llevan la ofensiva, y la resistencia y contraofensiva de un ejército ucraniano en el que destacan cada vez más mercenarios de numerosos países con los que se intenta suplir las bajas de soldados del país. Aunque tanto rusos como ucranianos están acostumbrados a unas condiciones climáticas extremas, los mercenarios extranjeros que combaten con los ucranianos no lo están tanto, y carecen en muchos casos de los equipamientos adecuados para afrontar temperaturas tan bajas.

Desde la llegada del general Surovikin, en el frente de Jerson se ha fortificado la zona, creándose una línea defensiva en la que destaca una vasta línea de trincheras y dispositivos que imposibilitan uel n desembarco y el acceso de vehículos blindados, manteniendo una nutrida disposición artillera. Hasta cuatro líneas defensivas se han establecido en esa zona, en la orilla izquierda del Dniéper lo que hace prácticamente imposible una ofensiva ucraniana. Los rusos se limitan a seguir bombardeando desde la otra orilla una ciudad desierta de sus habitantes y donde los servicios del SBU se dedican a perseguir a los denominados colaboradores de los rusos denunciados previamente por sus conciudadanos, algunos de los cuales han sido asesinados impunemente sin que la prensa occidental se haya hecho eco de ello.

En esta parte, el frente se ha estabilizado y está en calma, y por ahora es improbable que los rusos vayan a lanzar una ofensiva para recuperar la ciudad. Es más factible es que, de hacerlo, lo hagan bajando desde el norte por el margen derecho, una vez resuelto el asunto del frente del Donbass. Porque una cosa es clara, y es que los rusos no van a renunciar al Oblast de Jersón ni al de Zaparoje, que ya forman parte del territorio de la Federación Rusa, bien porque lo recuperen por las armas o por un acuerdo. Nunca Rusia volverá a las fronteras previas al 24 de febrero de este año.

En los frentes del Donbass, donde la progresión por parte del ejército ruso se está realizando lentamente, una vez alcanzados los objetivos se establece rápidamente una línea de defensa, aprovechando los baluartes ganados al enemigo. La similitud con el frente de Verdún en la Primera Guerra Mundial es notoria. Trincheras y fortificaciones a ambos lados, ofensivas y contraofensivas en pequeñas porciones de terreno, duelos de artillería mortíferos y pésimas condiciones ambientales. Tenacidad, resistencia y determinación en cada uno de los bandos, pero sobre todo la inmolación de muchos ucranianos sólo porque se ha decidido llevar una guerra contra Rusia por procuración. Basta recordar las palabras de los infames promotores de esta guerra: “¡Resistan hasta el último ucraniano!”.

Los rusos mantienen la estrategia implementada por el actual Comandante en Jefe, Surovikin, y ceden terreno a cambio de preservar soldados. La incorporación de una parte de los movilizados del ejército ruso, ya debidamente formados y entrenados, ha integrado esos puestos de trincheras, lo que permite que las fuerzas operativas prosigan sus ofensivas. De los 150.000 movilizados enviados ya a los frentes, 80.000 están integrados en las unidades operativas, estando los demás en las unidades de defensa próxima. Quedan todavía otros 150.000 movilizados que prosiguen su formación y entrenamiento y que probablemente se incorporarán este mes, por lo que posiblemente se aproveche para lanzar una ofensiva de mayor envergadura.

Como sostienen los mandos rusos, cuanto mayor sea el entrenamiento mayores serán las posibilidades de supervivencia, aspecto éste que ucranianos desdeñab con sus movilizados, lo cual está produciendo un terrible aumento de muertes y heridos entre sus filas. Apenas reciben una instrucción básica y ya son enviados al frente. Por cierto, el ministro de Defensa ucraniano, Oleskiy Reznikov, ya ha anunciado una nueva ola de movilización para primeros de año a fin de cubrir las bajas y facilitar la rotación de las tropas destacadas en el frente. Ello viene a sumarse al hecho de que no cesa la caza de los sujetos en edad militar para entregarles las convocatorias a filas en los más recónditos rincones de las ciudades. Tampoco considera posible la desmovilización de los que ya están en armas después de un año de servicio, aunque estime que hay cerca de un millón de personas en armas en estos momentos.

No habrá tregua navideña

Según las últimas informaciones, Rusia no va a facilitar una tregua navideña, ya que podría ser utilizada por el ejercito ucraniano para reforzar sus efectivos y reorganizarse. Para los rusos no es necesaria. Como ha reconocido el propio presidente ruso, la guerra va a alargarse y por lo tanto no puede detenerse en este momento. La prioridad actual está en la liberación del territorio del Donbass, objetivo marcado por el propio presidente con el fin de evitar el sufrimiento que están padeciendo los ciudadanos de Donetsk con los bombardeos indiscriminados que han causado la muerte de más de 80 civiles desde primeros de mes, y de los que vergonzosamente no se hacen eco los medios de comunicación occidentales. Algo que vienen sucediendo desde 2014.

Las armas que entregan los países de la OTAN, en concreto los HIMARS, están siendo utilizadas para matar civiles entre los que hay niños, porque no hay objetivos militares en el centro de la ciudad. Hace escasamente un día un hospital ha sido bombardeado, alcanzando la parte infantil y la oncológica, matando a una persona sin que nadie lo haya comentado.

Por su parte el ejército ucraniano justifica el bombardeo de la ciudad de Donetsk porque ¡está ocupada por tropas rusas! Nadie se estremece por ello, sin embargo, cuando los rusos bombardean algún centro estratégico y se produce alguna victima civil: la noticia está entonces en la portada de los medios occidentales y abre todos los telediarios. Cualquier muerte en ambos bandos es una tragedia, pero no puede aceptarse un tratamiento mediático distinto en cada caso. La cobardía predomina y sirve los intereses de algunos.

Resulta curioso, si no indecente, la información sobre los bombardeos rusos a los objetivos que constituyen blancos estratégicos para debilitar al ejército ucraniano. La mayoría lo constituyen las centrales eléctricas o depósitos de combustible, lo que conlleva efectos colaterales sobre el funcionamiento de determinadas infraestructuras civiles como puede ser el abastecimiento en luz y agua para las poblaciones o el funcionamiento de las calefacciones. Nadie se ha acordado de que el Gobierno ucraniano cortó el agua y la luz desde hace ocho años a las regiones de Donetsk y Lugansk, así como a la península de Crimea desde que ésta declaró su adhesión a la Federación de Rusia. Todavía la ciudad de Donetsk sufre cortes de agua y muchas partes de la ciudad carecen de calefacción y nadie lo comenta. En este caso, el ejército ruso busca debilitar al ucraniano y el bombardeo de las infraestructuras es un elemento primordial para alcanzar su objetivo igual que lo son los bombardeos de instalaciones y puestos de mando militares o centros de producción y reparación de material militar.

El entonces cómico y hoy presidente se mofaba en la televisión de los habitantes de Crimea porque no tenían agua, y así han estado hasta que Rusia construyó depuradoras de agua salada, y se consiguió reabrir el canal de Crimea saboteado por los ucranianos.

Tampoco nadie quiere recordar las palabras del entonces portavoz de la OTAN, Jamie Shea el 25 de mayo de 1999, justificando el bombardeo de las centrales eléctricas, privando a más del 70% de la población serbia de agua y electricidad, alegando que eran objetivos militares porque alimentaban en electricidad los sistemas de control y mando del ejército serbio.

¿Vérdun o el Álamo?

Una vez más los medios de comunicación omiten facilitar la enormidad de las bajas que se están produciendo en las filas del ejército ucraniano: cerca de 400 muertos al día y entre 2.000 y 3.000 heridos, según datos facilitados por analistas y especialistas, americanos en su mayoría, algo que confirma las declaraciones del general Mike Miller jefe de Estado Mayor del ejército americano cuando recientemente dijo que los ucranianos llevaban más de 100.000 muertos desde el inicio del conflicto, aunque luego, ante la enormidad del dato y las críticas surgidas, quiso rectificar y dijo que eran perdidas en las que estarían incluidos muertos y heridos. La propia presidenta de la Comisión, Ursula Van Der Layen, también reconoció ese mismo dato, aunque rápidamente retiró el comentario de las Redes Sociales.

Los mandos ucranianos abandonan a sus muertos en el campo de batalla, dándolos por desaparecidos, y son los rusos los que, después de identificarlos, tienen que enterrarlos cristianamente, como ocurrió en Izum en verano, aunque luego sean acusados de genocidio. De esta forma los familiares nunca cobrarán las indemnizaciones correspondientes: simplemente figuran como desaparecidos. Ello constituye un aspecto más de la corrupción que prevalece en el Gobierno ucraniano.

El número de muertos que están sufriendo las tropas ucranianas es realmente importante. El número de heridos también lo es. La mayoría de ellos lo son por las explosiones de la artillería y menos por enfrentamientos directos. Los hospitales próximos al frente no dan abasto y ya no caben más heridos. Muchos combatientes mueren en la misma línea de frente porque no pueden ser trasladados a retaguardia debido al bombardeo incesante al que están sometidos, por lo que en muchos casos los torniquetes que se hacen para evitar hemorragias se convierten en un instrumento letal o se desangran allí mismo. En algunas unidades se han producido bajas de hasta el 70% de sus efectivos. Pese a ello, no han sido retirados del frente. Para hacernos una idea, el criterio OTAN por el que el que se considera que una unidad debe ser reemplazada es del 10% a lo máximo el 15%.

Según los propios mandos ucranianos, la situación en Artyomovsk (Bakhmut) es dantesca, y la zona ya es conocida entre los rusos como “la picadora de carne” por la cantidad de bajas que se están produciendo entre las tropas ucranianas. Sin embargo, los medios occidentales se refieren de la misma forma a la misma zona, porque en ella se encuentran las tropas rusas que son enviadas para desalojar de sus trincheras a los ucranianos sin mencionar que son muchísimas menos bajas las que se producen en sus filas.

Hay que tener en cuenta que mientras la artillería ucraniana abastecida por la OTAN es una artillería más de precisión y menor en proporción, la rusa es más abundante y se utiliza más en masa, cubriendo más extensión de terreno, aunque se insista en que los rusos han agotado prácticamente sus existencias en munición.

Pese a ser conscientes de la situación en la que están, los mandos ucranianos asesorados por oficiales OTAN siguen enviando refuerzos, impidiendo una retirada que salvaría vidas. Esta situación está provocando que la moral de las tropas ucranianas se desvanezca poco a poco, pero también que empiece a hacer mella entre los mercenarios alemanes y polacos (algo más de 15.000 alemanes pertenecientes a una empresa privada), que se niegan a realizar ofensivas ante el riesgo extremo al que se les quiere someter. En sus últimas declaraciones, el jefe de la Fuerzas Armadas ucranianas, Valerii Zaluzhnyi, ha solicitado que se apruebe una ley que endurezca el castigo a los desertores incluso con la pena máxima si están en la línea de frente.

Soldados improvisados

Tanto en Artyomovsk (Bakhmut) como en Avdiivka el peso de las ofensivas lo llevan las tropas de la sociedad privada Wagner y las tropas especiales chechenas, apoyadas por las milicias (hoy ya integradas en el  ejército ruso). Les hacen frente las tropas ucranianas mayoritariamente constituidas en estos momentos por mercenarios de diversos países, pero fundamentalmente polacos, angloamericanos, algunos hispanoamericanos y alemanes. Las fuerzas rusas dan testimonio de que cada vez encuentran más cadáveres de personas de raza negra cuando toman algún bastión, así como de las conversaciones por radio en inglés, polaco o alemán.

Según testimonios de estos mercenarios extranjeros, publicados en las redes sociales ucranianas, empieza a existir un fuerte descontento sobre la dirección de las operaciones, así como quejas sobre la escasez del apoyo de la artillería y de la aviación, dándose el caso incluso de negarse a realizar los golpes de mano programados por el mando, al considerar que se les envía a una carnicería. Los salarios de estos mercenarios son muy elevados, entre 1.000 y 2.000 $ al día, lo que resulta atractivo para muchos aventureros, aunque el tipo de guerra al que se han visto confrontados en tierras ucranianas difiere mucho de los teatros de operaciones donde han estado prestando sus servicios hasta ahora.

Del lado ruso están los hombres de la sociedad privada Wagner, cuyo número se desconoce, pero podría estar en torno a los 10.000 hombres. Exsoldados profesionales procedentes de las unidades especiales del  ejército ruso contratados con salarios superiores a los que se les paga en el  ejército y con primas adicionales, son tropas perfectamente pertrechadas que disponen a su vez de sus propios vehículos blindados de acompañamiento, artillería móvil, helicópteros e incluso aviación, lo que les permite maniobrar de forma autónoma, aunque en coordinación con el alto mando ruso.  

Últimamente también ingresaron en dicha unidad, contando con el consentimiento de la fiscalía rusa, presos con condenas superiores a los 15 años: alrededor de uno o dos centenares, a los que se les ofreció la posibilidad de redimir sus penas obteniendo la libertad al finalizar el conflicto si se alistaban. Después de un intensivo y duro entrenamiento militar, al que están obligados todos los integrantes de la unidad sin distinción de su procedencia, se han incorporado al frente. Algunos de ellos ya han pagado el precio de la sangre y otros han sido distinguidos por sus heroicidades.

 Actualmente los wagnerianos, como se les llama, llevan el peso de la conquista de la ciudad de Bakhmut, objetivo que les fue asignado ya en su momento, pero sin conseguir realizarlo, aunque ahora parece que lo están logrando.

Artyomovsk o Bakhmut según queramos llamarlo, es en estos momentos el nuevo Mariupol. En él se están desarrollando los combates más encarnizados, resistiendo los ucranianos con especial coraje. La toma de la ciudad puede suponer un cambio radical en el devenir de la guerra. Aunque desde la parte ucraniana y la OTAN se intenten minimizar los efectos que puede suponer su pérdida, desde la parte rusa se entiende que su conquista puede ser la llave para un avance significativo, teniendo en cuenta que las siguientes líneas de defensa ucranianas se encuentran a una distancia considerable, y que permitiría envolver una parte numerosa de las fuerzas ucranianas presentes en la zona.

El mercado de las armas

Mientras que del lado ruso el abastecimiento logístico está asegurado, del lado ucraniano empieza a escasear debido a la dificultad de que las armas lleguen al frente y a que los países suministradores ya están en ruptura de stocks y ponen en riesgo su propia defensa. Respecto a esto último, la OTAN está reactivando viejas fábricas de fabricación de municiones y armamento de la época soviética en Chequia y Bulgaria. Mientras los ucranianos disparan entre 2.000 y 3.000 proyectiles al día, los rusos disparan entre 30.000 y 40.000 proyectiles al día en todos los frentes. Hay que recordar que los famosos M777 americanos tienen una utilización estándar OTAN de 400 proyectiles al día. por lo que cerca de un 30% de estas piezas están averiadas por el uso intensivo al que están sometidas, con la problemática que conlleva su reparación fuera del territorio ucraniano principalmente en Polonia, países bálticos o Chequia.

Pese a esta situación en la que se encuentra su  ejército, el Gobierno ucraniano vende armas a países africanos (hay un catálogo con más de 970 páginas que circula en el dark net). Por su parte, los angloamericanos les recuerdan periódicamente a los ucranianos que los envíos de armamento que les hacen tienen un precio y que tendrán que devolver esos préstamos. ¡Business is business!¿Cómo podrá hacerlo la economía ucraniana en la situación en la que está? El precio a pagar es altísimo ahora y en un futuro.

Hasta ahora los HIMARS suponían una dificultad para las defensas rusas, pero fruto de la incautación de este material durante los combates o por la venta del mismo por militares ucranianos corruptos, los técnicos rusos han podido examinar el funcionamiento del sistema (GPS) y en consecuencia han desarrollado toda una serie de contramedidas que han hecho disminuir considerablemente su eficacia y cuyo resultado se está viendo en el campo de batalla.

El arte de la guerra

La guerra que se está desarrollando en Ucrania es una guerra de alta intensidad en la que intervienen conjuntamente, en gran proporción y en una amplia extensión de terreno la infantería, los blindados, la artillería y la aviación. Algo que en Occidente se había apartado en la configuración de sus ejércitos, por lo que se apostó más por un ejército reducido con unidades más pequeñas, pero más ligeras.

El ejército ucraniano instruido principalmente por americanos, ingleses y canadienses ha adoptado en sus ofensivas sobre el terreno la denominada táctica COIN (Counter Insurgency Operations), que consiste en unidades reducidas que se desplazan en vehículos ligeros, en mayor medida pick ups en los que se adaptan morteros, y que penetran a gran velocidad en las líneas rusas, sin preparación de artillería previa para favorecer el factor sorpresa. Mientras el terreno lo ha permitido ha tenido un buen resultado, pero cuando las condiciones climatológicas han cambiado ya ha sido otro cantar.

Esta táctica, empleada a mediados y final del verano, sorprendió inicialmente a las fuerzas rusas, lo que favoreció las ofensivas ucranianas que reconquistaron grandes extensiones de terreno, adentrándose en profundidad en la zona controlada por los rusos que retrocedían para no verse rodeados. Esta maniobra, sin embargo, dejaba a las fuerzas ucranianas a descubierto ,al no seguirles blindados y artillería. Sin embargo, el factor sorpresa ya ha desaparecido y los rusos saben cómo proceder cuando se encuentran con este tipo de operaciones. Las fuerzas ucranianas entrenadas en países de la OTAN se quejan por su parte del nivel de instrucción de los formadores extranjeros a los que en muchos casos superan por experiencia de combate, sobre todo en zona urbana.

Por su parte, el  ejército ruso sigue maniobrando de forma conservadora. Preparación artillera y aérea previa, asalto con vehículos blindados con cañones de 30 mm y vehículos blindados pesados, así como una infantería que hace uso de las armas antitanque para desalojar al enemigo en las zonas urbanas.

El uso de drones de observación está jugando, por otra parte, un papel fundamental en el devenir de esta guerra. Si al principio del conflicto los ucranianos disponían de un número netamente superior al de los drones rusos, la situación ahora es inversa. Las tropas rusas disponen de un número considerable de estos drones, y los utilizan para localizar la concentración de tropas enemigas, examinar sus líneas de defensa, fijar sus posiciones o la situación de su artillería y en consecuencia batir con artillería sus posiciones antes de realizar el asalto.

Por otro lado, en un momento en que la artillería se caracteriza por su movilidad sobre el terreno para evitar ser detectada, resulta imprescindible tenerla localizada en el menor plazo posible para poderla destruir y ese trabajo lo hacen los drones de observación. Esta labor, hasta nuestros tiempos, la realizaban principalmente la aviación o las unidades de vanguardia de infantería con el riesgo que ello entrañaba.

Del mismo modo, el  ejército ruso está incorporando equipos de guerra electrónica para neutralizar con buenos resultados los drones ucranianos, aunque las milicias todavía no los tienen en dotación en sus filas.

La segunda etapa

Las fuerzas rusas han iniciado una segunda etapa en sus bombardeos para desmilitarizar Ucrania. El bombardeo con misiles tácticos a centrales eléctricas, depósitos de combustibles, fábricas y depósitos de municiones se está llevando con bastante efectividad. Para ello, previamente los rusos lanzan drones de fabricación iraní de bajo coste en enjambres, lo que provoca que los radares de defensa aérea ucranianos se iluminen y sean detectados por los sistemas rusos que inmediatamente son destruidos por misiles tácticos. Una vez suprimida la defensa aérea en la zona lanzan ya los misiles tácticos estratégicos de última generación.

La logística

En cuanto al aspecto logístico, se están dando grandes diferencias. En el  ejército ruso se han corregido las deficiencias en el suministro de municiones y material, lo que favorece el abastecimiento a las líneas de frente de forma fluida y permanente. No ocurre lo mismo del lado ucraniano. El bombardeo de las infraestructuras de energía eléctrica dificulta grandemente el transporte desde las zonas fronterizas a la vez que la destrucción de fábricas de producción o reparación de material impiden una reposición rápida en la línea de frente.

 A todo ello hay que sumarle, que cada vez más disminuye la entrega de material por parte de los aliados de la OTAN, por el agotamiento de sus stocks heredaros de la época soviética, como por la necesidad de mantener sus propias reservas estratégicas. Tampoco los aliados OTAN quieren transferir armento de última tecnología por la desconfianza de que pueda ser vendido a los rusos dado el altísimo nivel de corrupción existente en las fuerzas armadas ucranianas, y en consecuencia se desvelen sus secretos.

Aunque son muchos los países que se están beneficiando de esta situación, el principal beneficiario no deja de ser la industria armamentística americana, aunque curiosamente Corea del Sur está posicionándose bastante bien.

En cuanto al funcionamiento y uso del material en ambos bandos, la cosa también difiere. El material ruso, aunque menos avanzado tecnológicamente, se caracteriza por su robustez, fácil mantenimiento y uso reiterado, pero sobre todo por su probada resistencia a temperaturas extremadamente bajas. Por su parte el material OTAN sufre del frío, sus fluidos resisten mal y agarrotan los mecanismos de vehículos y piezas de artillería, no están preparados para la intensidad de uso a los que les someten los ucranianos, y a menudo requieren un manejo muy especializado que difícilmente se obtiene en un mes de instrucción. Las baterías de los stinger o javelin se descargan rápidamente con bajas temperaturas lo que se hace inutilizables en este periodo. A fin de cuentas, el viejo RPG resulta más efectivo en el campo de batalla.

Una guerra de larga duración

Si habrá una ofensiva invernal o varias ofensivas distintas, por donde y en qué proporción lo veremos probablemente pronto, Significativo es que Putin haya pospuesto su discurso anual a la Asamblea para después de Año nuevo y haya visitado a su Estado Mayor y a su vecino bielorruso. Tal vez quiera anunciar el propósito de esa ofensiva esperada, el inicio de unas negociaciones, o simplemente confirmar la prolongación del conflicto con las consecuencias sociales y económicas que ello supone. En todo caso hay pocas probabilidades de que haya una tregua durante estos meses de invierno.

© Kosmospolis

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