ÁNGEL MAESTRO
Hoy, en 2007,
Se ha recorrido mucho camino desde hace veinte años, cuando
Se prepara la defensa
Conforme a la opinión de expertos internacionales, el yuan se encuentra infravalorado en un 25%. Si las autoridades chinas no se deciden a flexibilizar la política de control del yuan instaurada en 1998, pueden agravarse cada vez más lo que los expertos llaman “desequilibrios globales”, es decir, la falta de correspondencia real entre las mercancías que los chinos exportan y su valor en el mercado al que acuden.
Actualmente el volumen total de reservas chino asciende a 1,2 billones de dólares. Pekín recibe frecuentemente llamadas de los Estados Unidos –hasta ahora, sin éxito- para que adopte una política de flotación flexible para el yuan, es decir, para que la moneda fluctúe en función del mercado, y su valor no venga estrictamente fijado por los cálculos de la política económica del Gobierno chino. Si Pekín no adopta tales medidas, existe el peligro de que los EEUU tomen a su vez medidas proteccionistas ante un problema que irá agravándose de día en día.
Por parte china , aún existiendo sectores que aconsejan la flexibilización, se esgrime que una subida del yuan puede originar tensiones de precios, por el encarecimiento de las enormes cantidades de productos chinos introducidos en EEUU. Y si esos productos se encarecen, entonces el beneficio para los chinos podría ser menor.
¿Qué dice el Banco Mundial? Se tienta la ropa. Ha expresado su alarma por el excesivo crecimiento chino de este año: un 11,1% en el primer trimestre, que es un 0,7% más que durante idéntico periodo del año anterior. Pero el Banco Mundial ha reconocido, no obstante, que la política económica china parece ser menos estricta de lo esperado y que, desde la perspectiva macroeconómica, no hay peligro visible de “sobrecalentamiento”. Las presiones sobre el Gobierno chino vienen de otro lado: de los competidores extranjeros, que exigen a Pekín que atienda la liquidez excesiva generada por su superávit comercial.
En el interior, el desafío más importante que se le plantea a China es volver a equilibrar su economía: pasando de la producción industrial a los servicios, atendiendo más a la demanda interna (o sea, a los propios consumidores chinos) y conteniendo la gran contaminación industrial. En este último aspecto se van a dar pasos gigantescos en la producción de energía nuclear, desde las diez plantas nucleares existentes en la actualidad. con una capacidad combinada de 8 millones de KW, para construir en veinte años ¡cien reactores nucleares! con una capacidad total entre 120- 140 millones de KW.
Dada la enorme demanda industrial, la producción de carbón se espera que alcance en 2007 los 2.000 millones de toneladas. Por ejemplo, la industria del acero representa casi el 20% del consumo total de energía del país, y supone aproximadamente un 15 % de los efectos contaminantes. Tales masas carboníferas, hoy todavía insustituibles, originan grandes problemas, especialmente en la distribución desde los centros productores a las centrales energéticas, ya que los ferrocarriles chinos, a pesar de haberse beneficiado de grandes inversiones en renovación de infraestructuras y adquisición de modernas y más potentes locomotoras eléctricas y diesel, se encuentran en el transporte de cargas al límite de su capacidad.