Da la impresión de que los golpistas [es decir, el conjunto de fuerzas que han tramado el megafraude electoral. N. d. R.] están aterrados con la respuesta popular que su felonía puede provocar en el probo pueblo americano, así que se están moviendo rápidamente para trocar en dictadura parlamentaria lo que habitualmente es mero despotismo.
Ahora han salido con la propuesta de una ley para calificar como hechos terroristas las protestas de la disidencia pro Trump.
Resulta que el senador Dick Durbin de Illinois ha propuesto reintroducir la infame ley antiterrorista Domestic Terrorism Prevention Act que ya se intentó pasar en otoño pensando en agresiones exteriores y que no pasó el filtro del Senado, entonces de mayoría republicana.
Ambas son operaciones de falsa bandera llevadas a cabo por partidarios de un Estado totalitario.
Esta ley permitiría un control mayor de las, en principio, agencias independientes del FBI y del Departamento de Homeland Security (que es una especie de superpolicía federal específicamente diseñada en 2003 para la represión del “terrorismo interno” consecuencia de los ataques del 11-S). Con esta nueva ley ambas agencias estarían bajo control directo del Departamento de Justicia o DOJ, que es el equivalente de nuestro Ministerio de Justicia.
Si esta ley saliera adelante, los partidarios de Trump entrarían en esta categoría y, en consecuencia, estarían sujetos a sus lindezas. Cabe preguntarse, por ejemplo: ¿habría un Guantánamo para Trump y sus secuaces?
Tal parece que sí; por lo menos eso es lo que opina esta congresista por Michigan. Argumenta que ahora el terrorismo exterior pasa a un segundo plano y que el verdadero peligro viene de dentro, de los partidarios de Trump que el otro día protagonizaron el asalto al Capitolio.
Otros observadores han puesto de manifiesto, según este periódico digital, que la invasión del Capitolio el pasado día 6 sólo es comparable a la quema del Reichstag el 27 de febrero de1933, cuyo incendio fue atribuido a un militante comunista holandés y dio pie a que, apenas unas pocas semanas después de la toma del poder por parte de Hitler, se arbitraran medidas excepcionales suprimiéndose el derecho de reunión y asociación y llevando a cabo detenciones masivas.
Mi opinión personal
Creo, evidentemente, que estamos en presencia de hechos cortados por el mismo patrón y que el famoso incendio del Reichstag coincide plenamente con lo que sucedió el otro día en el Capitolio.
Ambas son operaciones de falsa bandera llevadas a cabo por partidarios de un Estado totalitario para estrechar su zarpa de hierro sobre la población. La única diferencia es que Hitler ganó limpiamente las elecciones y estos “demócratas” han llegado mediante el más clamoroso de los pucherazos de que se tiene noticia, el cual quedará en los anales como el mayor y más descarado golpe de Estado por manipulación electoral perpetrado hasta este momento de la historia de Occidente, según reconoció el propio Biden.
Este artículo está extraído del Blog Seminario Ideas Políticas,
dirigido por don Vicente Miró, cuya lectura recomendamos vivamente.
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