"Putin es a los gays lo que Hitler a los judíos. 88 países están allí mirando a otro lado sin hacer nada en los Juegos Olímpicos de la vergüenza", se ha atrevido a declarar alguien.
Un aluvión de protestas por supuestamente no respetar unos derechos. Una clase política de cortas miras que aprovecha la oportunidad para señalar la paja en el ojo ajeno. Unos medios de comunicación que actúan al unísono difundiendo prejuicios y estereotipos. Y por supuesto, unos cuantos palmeros que aprovechan la situación para anotarse un tanto. Esta combinación de factores, ha dado lugar en los últimos días a una auténtica “ciclogénesis explosiva” de rusofobia.
La legislación rusa no persigue ni discrimina al colectivo gay: únicamente persigue la protección del menor, y hay suficiente información en internet para el que quiera molestarse en comprobarlo. Además, ni en Rusia se discrimina o prohíbe el ejercicio de la homosexualidad —otra cosa en que no se la promueva o publicite—, ni aún menos se ha discriminado a ningún deportista gay.
En algunos momentos ha dado la impresión de que se ha estado hablando de unos Juegos Olímpicos celebrados en una férrea dictadura tipo Corea del Norte, Irán o Catar (donde en 2022 habrá el Mundial de fútbol).
Además está la cuestión añadida de las comparaciones odiosas, que nos llevan a pensar lo tendencioso de las protestas promovidas contra Rusia. ¿Acaso la situación de las libertades públicas es mejor en la ultra católica Polonia (sede de la pasada Eurocopa), en la insegura y corrupta Sudáfrica (sede del pasado Mundial de fútbol) y, puestos a utilizar “su argumentario”, del Reino Unido (sede de Londres 2012), donde en 2011 acontecieron unas dramáticas revueltas raciales?
Es una pena tener que estar hablando de esto, y no de las actuaciones de los deportistas, de las espectaculares instalaciones, del fantástico paisaje, o de la mejor ceremonia de inauguración de la historia.
Asimismo es una pena que ni el Presidente del Gobierno, ni el Jefe del Estado estuvieran presentes en la Ceremonia de Apertura apoyando a nuestros atletas y al país anfitrión, que, aunque la cuestión es secundaria, no deja de ser el principal mercado de origen objetivo que tiene nuestro sector turístico.
Sin embargo, lo más bochornoso, como español, son declaraciones como las siguientes:
"Putin es a los gays lo que Hitler a los judíos. 88 países están allí mirando a otro lado sin hacer nada en los Juegos Olímpicos de la vergüenza."
Esta perla ha sido soltada por José Manuel Sánchez Fornet, presidente de honor del SUP (Sindicato Unificado de Policía), Presidente de FESYPOL (Fundación Estudios Seguridad y Policía), y Vocal del Consejo de Policía.
La Policía Nacional es una de las instituciones mejor valoradas por nuestra sociedad, y es una pena que un personaje como este manche su imagen y la de todo un país. Si en su día hubo una gran polémica porque un líder de la oposición no se levantó al paso de una bandera de Estados Unidos, qué menos que hacer constancia de la barbaridad esgrimida por este funcionario mediocre.