Un país en la encrucijada

La Venezuela de Chávez: un arroz con mango

El visitante que llegue a la Venezuela de estos días se sorprenderá con el desenfreno consumista que se palpa en los aspectos más visibles del país. Todo ello envuelto en un discurso oficial que esgrime y ofrece pocas dudas acerca de intenciones: Patria, socialismo o muerte. Parodiando esta consigna, la mancheta del último domingo de "El Nacional" de Caracas, sugiere: "Patria, maletín o muerte", en referencia al sonado caso de la maleta que contenía entre 800.000 y 4 millones de dólares, extraídos subrepticiamente de la empresa pública Petróleos de Venezuela para apoyar la campaña electoral de la actual presidenta de Argentina.

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CARACAS. 23 octubre
El visitante que llegue a la Venezuela de estos días se sorprenderá con el desenfreno consumista que se palpa en los aspectos más visibles del país. Todo ello envuelto en un discurso oficial que esgrime y ofrece pocas dudas acerca de intenciones: Patria, socialismo o muerte. Parodiando esta consigna, la mancheta del último domingo de “El Nacional” de Caracas, sugiere: “Patria, maletín o muerte”, en referencia al sonado caso de la maleta que contenía entre 800.000 y 4 millones de dólares, extraídos subrepticiamente de la empresa pública Petróleos de Venezuela para apoyar la campaña electoral de la actual presidenta de Argentina.

Sin embargo, esta práctica es la otra cara de la moneda de una parcela del pueblo venezolano acuciado por necesidades apremiantes. No obstante, el bajón producido por el descenso del aparato productivo, el gobierno pretende paliarlo con las llamadas «misiones» encargadas de aportar ayudas económicas directas y asistenciales. Y a mayor abundamiento, en campaña electoral, la mano dadivosa oficialista ofrece electrodomésticos a la búsqueda de los votos que le harán falta para obtener un resultado decoroso en las próximas elecciones para alcaldes y gobernadores.
 
¿Tiene Chávez apoyo popular?
 
Creo que es de Bismarck la afirmación de que nunca se miente tanto como en los partes de guerra, después de una jornada de caza y durante una campaña electoral. Venezuela se encuentra en estos momentos sumida en la campaña electoral. Ergo…
 
Sin contar con el apoyo de orden ideológico, aunque en franco desgaste por las pugnas internas en el chavismo, las ayudas mencionadas de las «misiones» y otras prácticas generosas, han tenido eficacia en la generación de clientela electoral cautiva. Pero el uso e incluso abuso de un protagonismo estelar de Chávez está produciendo una indudable fatiga de los materiales que lo sustentan.
 
En el partido base del apoyo a Chávez la disciplina tiene rasgos militares. No en balde, el dirigente máximo del Partido Socialista Unido de Venezuela es el general Muller, que tras algunos desencuentros con Chávez, ha asumido una dirección que deja pocos caminos abiertos a la indisciplina. En la disidencia interna del chavismo se sostiene que la conducta que se ha impuesto es que Chávez, o su entorno más inmediato, manda y el resto obedece. Se concluye que en tales circunstancias no existe la posibilidad de realimentar al líder, haciéndole llegar el verdadero sentimiento de sus propios partidarios. El grado de rigidez disciplinaria se da en la Asamblea Nacional, donde los diputados se limitan a aprobar leyes que vienen elaboradas desde el gobierno.
 
Con el ojo puesto en las elecciones municipales del próximo 23 de noviembre, cabe hacerse una pregunta: el triunfo del «no» el pasado 2 de diciembre, mediante el cual se paralizó el proyecto de reforma constitucional, que entre otras cosas profundizaba en la definición y puesta en práctica del llamado socialismo del siglo XXI y abría la puerta a la posibilidad de la reelección indefinida de Chávez, ¿fue un triunfo de la oposición o el resultado de la abstención dentro del chavismo, hastiado del excesivo culto a la personalidad del gran líder? Una incógnita a despejar cuando los venezolanos concurran a las urnas el próximo 23 de noviembre para elegir alcaldes y gobernadores en la totalidad del país.
 
Pronósticos
 
Las encuestas predicen el triunfo de la oposición en importantes lugares de la geografía venezolana. Si se repite el fenómeno abstencionista del 2 de diciembre, el régimen de Chávez se verá expuesto a un serio revés que abriría un proceso con repercusiones impredecibles para el chavismo.
 
En la opinión de algún destacado disidente, al margen de que la oposición obtenga algunos triunfos en las próximas elecciones, la nueva y verdadera oposición surgirá intramuros del chavismo.
 
¿Cómo afronta el gobierno, o con mayor precisión el propio Chávez, la campaña electoral?
 
Para evitar enfrentarse a algunos dirigentes de la oposición con evidente arrastre electoral, el gobierno ha procedido a eliminarlos de un plumazo. Así opina Luis Vicente León, director de una de las más importantes encuestadoras de Venezuela: «La inhabilitación administrativa es una barbaridad, un abuso evidente de poder. Un funcionario público, sin pasar por un juez y sin ir a sentencia firme, inhabilita a cuatro favoritos de procesos electorales en Venezuela; Leopoldo López, Enrique Mendoza, David Uzcátegui y el alcalde de San Cristóbal»: una forma como otra de poner a Montesquieu con las partes pudendas al aire.
 
Sea cual sea el resultado electoral se impone indagar acerca de la personalidad y hechos de Hugo Chávez. Se puede sostener que Chávez es más un efecto que una causa de algo. La causa que propició la insurgencia, en el doble sentido de rebelarse contra una legalidad como la imperante cuando acaudilló el fracasado golpe de Estado cruento del 4 de febrero de 1992, y de emerger con el liderazgo que lo llevó al poder, radica en el desgaste de los partidos Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (democristiano), con sus secuelas de corrupción y desprestigio personal de algunos de sus dirigentes. A este desgaste contribuyó la descalificación que desde los medios de comunicación se ejerció sobre el conjunto de la clase política, lo cual sirvió de abono para que alguien como Chávez, que por su iniciativa y por la utilización que de él hicieron sectores y personas interesadas en insertarse en el poder económico, alcanzara su meta con un evidente y amplio apoyo de un país necesitado de oxigenar el ambiente enrarecido.
 
En la medida en que se aproximan las elecciones, el propio Chávez está dirigiendo una nada disimulada campaña de crispación destinada a provocar a sus opositores, para que respondan con una violencia de la que extraer rentabilidad al demostrarse entonces el carácter golpista de los que le enfrentan. Los españoles saben por experiencia propia cómo siguiendo el mismo patrón, desde el gobierno socialista existe el empeño por provocar al principal partido de la oposición para llevarlo a una actitud que justifique la afirmación gubernamental de que el Partido Popular está radicalizado hacia una derecha a la que este partido renuncia explícitamente en busca de un centro aséptico.
 
De cualquier forma, Venezuela se halla en una situación volátil. Una inhabilitación más que intente impedir la presencia en las próximas elecciones de alguno de los candidatos de la oposición podría desencadenar protestas, que de salirse de control, servirían de pretexto al gobierno para buscar vías que obstaculizaran la consulta..
 
Por cínico que resulte el aserto, hay quien sostiene que a Venezuela la salvará la corrupción. Se quiere significar con ello que los sectores afectos al chavismo, beneficiados por un enriquecimiento ostentoso, llegados a un punto se opondrán al proceso revolucionario al constatar su situación personal, insertados en la nueva clase que el proceso ha generado. Nada nuevo bajo el sol. Hay revoluciones que en lugar de devorar a sus hijos los enriquece.
 
 
De Rusia con amor
 
Para el próximo noviembre están previstas unas maniobras conjuntas ruso venezolanas. Es una muestra más de la aventura militar internacional que se propone llevar a cabo Hugo Chávez a fin de alterar el equilibrio geopolítico imperante hasta ahora. Existe un precedente, de 1962, según el cual la presencia de barcos soviéticos en el Caribe con motivo de la crisis de los misiles en Cuba, puso al mundo al borde de una confrontación nuclear. Pero hay una pequeña diferencia con la actualidad: se trataba, por una parte, de una Unión Soviética dotada de un potencial militar impresionante. Hoy, la Rusia mutilada, que ha perdido Ucrania, tres naciones en el Cáucaso y cinco Repúblicas de Asia Central, se está limitando con esas maniobras conjuntas en el Caribe a una gira turística, autorizada por Washington en sutil maniobra diplomática. Se trata por parte de Rusia de una halagadora atención a un cliente como Chávez empeñado en la adquisición de armamento del que Rusia es proveedor.
 
Hace apenas una semana, el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, personaje del más alto nivel del Kremlin, visitó a otros dos clientes, Argentina y Ecuador, con el propósito de llegar a un acuerdo para el suministro de varios helicópteros. El periplo del funcionario ruso concluyó en Caracas como anticipo de la visita prevista del presidente Medveder a su colega venezolano.
 
Los datos son elocuentes: la venta de armamento ruso a países de América del Sur se duplicó entre 2000 y 2007, habiendo pasado de 3.700 millones a 7.500 millones de dólares. Y no sólo pretenden vender armas. Recientemente, empresas rusas, como el poderoso Gazprom, se han hecho presentes en varios países, Bolivia entre ellos, donde firmaron acuerdos de exploración por 4.500 millones de dólares en alianza con la petrolera estatal y la francesa Total. El nuevo acercamiento a Cuba y la próxima apertura de una embajada en Paraguay son la muestra de una acometida política y comercial, con una expresión aclaratoria de parte de Alexei Sazonov, portavoz del ministerio ruso de Asuntos Exteriores: «Regresamos a América Latina y regresamos para siempre».
 
En la puerta del hotel del Este de Caracas, donde me hospedo, un botones ofrece a un viajero curioso su impresión de la situación venezolana: «Esto es un arroz con mango.» Con esta expresión se describe aquí el desorden, la mezcla de cosas de naturaleza contraria o distinta.

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