Marsella, Roubaix, Saint-Denis, Aubervilliers, Rennes, Toulouse, Montpellier, Lille, Estrasburgo, Nantes... Jean-Luc Mélenchon, líder de los social-comunistas franceses, se impuso en 3.000 ciudades de Francia (frente a las 12.700 de Emmanuel Macron y las casi 20.000 de Marine Le Pen), pero obtuvo el 31% de los votos en las ciudades de 100.000 habitantes, donde Marine Le Pen consiguió el 16% y Emmanuel Macron el 26%.
En Marsella, según 20 Minutos, los Insumisos [el partido de extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon] avanzaron 7 puntos respecto a las elecciones de 2022 y atrajeron al 31,11% de los votantes. Triunfaron en seis distritos del centro de la ciudad y en los distritos del norte; “en el segundo y tercer distrito, donde Mélenchon fue elegido diputado, la votación pareció incluso un plebiscito, con un resultado del 46,52% y el 58,45% respectivamente”. “Prosigue el idilio entre Jean-Luc Mélenchon y Marsella”, declaró en dicho periódico Mohamed Ben Saada, militante de LFI y muy activo defensor de los llamados intereses “comunitarios”.
En Seine-Saint-Denis barrio de los suburbios de París, donde la población autóctona francesa está desapareciendo [y donde el PSG tiene su estadio de fútbol y los reyes de Francia su Basílica. N. del T.], el 49% de los votos fueron también a su favor, 37 de los 40 municipios le situaron en cabeza, con picos del 65% en Villetaneuse, 61% en Saint-Denis, 55% en Montreuil y 60% en Aubervilliers. Obsérvese el alto índice de abstención: un 30,2%. Emmanuel Macron obtuvo un 20,2% en el departamento, Marine Le Pen un 11,8% y Éric Zemmour un 5% (Actu Saint-Denis).
Y la lista continúa: Roubaix, 52,2%, Avignon, 36,8%, +10,5 puntos en París, +11,1 puntos en Estrasburgo, +6,3 en Marsella, +32 puntos en Guadalupe, +10,4 en Rennes...
Jean-Luc Mélenchon se impuso en 5 de los 8 departamentos de Île-de-France: en Essonne con un 28,1% (+6,2), en Val-de-Marne con un 32,7% (+8,1), en Val-d’Oise con un 33,2% (+9,2), en Seine-et-Marne con un 25,9% (+5). Un éxito que parece un triunfo en los distritos modestamente llamados obreros —eufemismo que tiene toda la pinta de ser una manipulación semántica— y que cuentan con una fuerte mayoría de origen árabo-musulmán: un 65,4% de los votos (+24,6) en Clichy-sous-Bois (Seine-Saint-Denis), un 60,6% de los votos (+28) en Trappes (Yvelines).
Estas cifras hacen sonar otras tantas alarmas: la Gran Sustitución ha salido definitivamente del ámbito de la teoría ardiente e hipócritamente denostada por la mayoría de los candidatos para traducirse, a la vista de todos, en actos políticos.
El 69% de los musulmanes votaron a Jean-Luc Mélenchon
Está claro que empiezan a movilizarse “los barrios” [término reservado a los barrios ocupados por la invasión inmigratoria. N. del T.], que históricamente no solían acudir a las urnas. La propaganda indigenista e islamo-izquierdista, unida a la presión demográfica, está dando amargos frutos. Los franceses reciben ahora un boomerang de realidad en la cara.
Añadamos que, según una encuesta realizada por La Croix sobre el voto de los franceses en función de su religión, el 69% de los musulmanes votaron a Jean-Luc Mélenchon.
En los departamentos y territorios franceses de ultramar, aparte de Mayotte, que votó a Marine Le Pen, sin duda por la elevada inmigración comorense, Jean-Luc Mélenchon ganó: el 56,2% en Guadalupe, 32 puntos más que en 2017, el 53,1% de los votos (+25,7 puntos) en Martinica, el 50,6% en Guayana (+26,9) y el 40,3% en la Isla de la Reunión (+15,7). Es previsible que las diversas revueltas y otras demostraciones de violencia de estos últimos tiempos no eran más que un curso de entrenamiento de cara a los próximos cinco años, gane quien gane. ¿Con el objetivo final de la independencia de tales territorios?
Jean-Luc Mélenchon no está sentado sobre un montón de oro, sino sobre un polvorín social. Aunque siga en la oposición, tiene las llaves de los próximos cinco años.
Se ha quedado apartado de la segunda vuelta, sobre todo por la multiplicidad de candidatos de la izquierda, pero se ha beneficiado, como Marine Le Pen, del voto útil: por tanto, está en una posición fuerte y venderá muy caro su apoyo. El lunes, ¿no admitió Emmanuel Macron, hablando ante la prensa, que en uno de sus viajes “intercambiaba SMS” con el jefe de los Insumisos? El cual no dudará en practicar alguna forma de chantaje cuya contrapartida sea la paz en los suburbios, pues el tiempo y la demografía juegan a su favor. Incluso está pensando en la posibilidad de una cohabitación después de las próximas elecciones legislativas.
Si Marine Le Pen se convierte en presidenta de la República, la Gran Sustitución se impondrá le caerá encima tanto más violentamente cuanto que Jean-Luc Mélenchon, en una estrategia de tierra quemada civilizacional, no le ahorrará una tercera y agitada vuelta social. Eso, en el mejor de los casos.
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