"Cesta de deplorables: sexistas, racistas, xenófobos y homófobos". Así calificó Hillary Clinton a sus adversarios. "Fachas", hubiera añadido en otras latitudes.
Dio en el clavo, la Clinton. “Deplorables” llamó los votantes de Donald Trump: a la mayoría, pues, del pueblo norteamericano, como quedaría claro en la noche del 8 de noviembre: “Cesta de deplorables: sexistas, racistas, xenófobos y homófobos”. “Fachas”, hubiera añadido en otras latitudes. Deplorables les llamó a ellos, y deplorables nos llamó a todos quienes, a lo largo y ancho del mundo, celebramos esta victoria y nos alzamos contra el mundialismo apátrida, la pérdida de identidad, el trasvase de pueblos, la guerra y el terror del Estado islámico, las políticas de Clinton y Obama, las intervenciones de George Soros, los manejos de Golden Sachs, el pensamiento único, la ideología de género, la tiranía de los medios de comunicación, la arrogancia de las élites degeneradas, la bienpensancia propia de las ligas de virtud de lo políticamente correcto…
“Deplorables” se ha convertido así en nuestro santo y seña. Y en nuestro himno. El del musical Los Miserables, transformado en Los Deplorables (“Do you hear the people sing?”), que Donald Trump entonó por primera vez, junto con decenas de miles de deplorables, en su mitin de Miami y cuyas imágenes, junto con las de los principales países donde tiene lugar una activa lucha patriótica, se reflejan en el video que publicamos.
Empezó en Miami, y tanto el video como el himno van extendiéndose, viralizándose, como un reguero de pólvora a través de las redes sociales: artífices también de esa gran victoria histórica.
DEPLORABLES OF THE WORLD UNITE !!
LET’S MAKE THE WORLD GREAT AGAIN !!
¡¡DEPLORABLES DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!!
¡¡HAGAMOS GRANDE DE NUEVO AL MUNDO!!
O como diríamos en el único gran país de Europa que no figura en las imágenes (y culpa no es del video): ¡POR UN MUNDO NUEVO Y GRANDE!
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