He leído que en un pueblo riojano se ha celebrado un encierro de... ¡bisontes americanos! Y he sentido mucha lástima por las gentes de ese pueblo riojano, lástima por tantos pueblos españoles que han traicionado sus tradiciones y luego las han suplantado por sucedáneos paródicos y denigrantes, lástima de vivir en un tiempo oprobioso que ha hecho de nosotros pobres lacayos de modas adventicias y efímeras, sometidos al capricho extranjero, a la colonización idiotizante de los mass media y a la tiranía de nuestras propias pulsiones desnortadas, que hoy quieren participar en un encierro de bisontes y mañana tal vez de renos (¡con los mozos disfrazados como el fantoche navideño llamado Santa Claus, oiga!). Escribía Saint-Exupéry que solo una filosofía del arraigo, al vincular al hombre a su familia, a su oficio y a su patria, lo protege contra el abismo del espacio; y que solo la adhesión a unos ritos y tradiciones lo protege contra la erosión del tiempo. Perdido este sentido del arraigo, nos convertimos en zascandiles arrojados al basurero de la historia que organizan encierros de bisontes.
El individualismo nos aboca al gregarismo
Tradiciones traicionadas
He leído que en un pueblo riojano se ha celebrado un encierro de... ¡bisontes americanos! Y he sentido mucha lástima por...
He leído que en un pueblo riojano se ha celebrado un encierro de... ¡bisontes americanos! Y he sentido mucha lástima por las gentes de ese pueblo riojano, lástima por tantos pueblos españoles que han traicionado sus tradiciones y luego las han suplantado por sucedáneos paródicos y denigrantes, lástima de vivir en un tiempo oprobioso que ha hecho de nosotros pobres lacayos de modas adventicias y efímeras, sometidos al capricho extranjero, a la colonización idiotizante de los mass media y a la tiranía de nuestras propias pulsiones desnortadas, que hoy quieren participar en un encierro de bisontes y mañana tal vez de renos (¡con los mozos disfrazados como el fantoche navideño llamado Santa Claus, oiga!). Escribía Saint-Exupéry que solo una filosofía del arraigo, al vincular al hombre a su familia, a su oficio y a su patria, lo protege contra el abismo del espacio; y que solo la adhesión a unos ritos y tradiciones lo protege contra la erosión del tiempo. Perdido este sentido del arraigo, nos convertimos en zascandiles arrojados al basurero de la historia que organizan encierros de bisontes.
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