"Un tío blanco hetero": un youtuber de éxito que no tiene pelos en la lengua y que, con humor y agudeza, combate tanto la blancofobia como la masculinofobia

Entrevista a François Bousquet

¿Tenemos aún derecho a ser blancos?

Nada como un eslogan para describir el final simbólico de los blancos allende el Atlántico. Una fórmula como "No hay problema en ser blanco" es más que expresiva.

Compartir en:

No es la primera vez que la revista Éléments se preocupa por este asunto. Se puede decir que, desde la muerte de G. Floyd en mayo de 2020. es un tema recurrente en la redacción. ¿Por qué?

Porque, cada día que pasa, se profundiza en el delirio. Ningún teatro del absurdo sabría describir tan bien lo que vivimos. Si nos habrían dicho hace diez años que el "privilegio blanco" estaría en todas las mentes, habríamos alzado los hombros. Sin embargo, estaba ya escrito en la agenda de la izquierda americana desde la lucha por los derechos cívicos. Es la tesis expuesta por Christopher Caldwell en su último libro. Merece la pena detenerse en ella: para Caldwell, el gran evento que sacudió a Estados Unidos en los años 60, casi a nivel psiquiátrico, fue el asesinato de Kennedy (lo compara con el asesinato de Sarajevo en 1914 para los europeos). Después de este traumatismo nacional, el sucesor de Kennedy, Johnson, lanzó dos guerras: contra el comunismo en Vietnam y contra la segregación racial.

La segunda es la que nos interesa. Se tradujo en la adopción de la ley sobre los derechos cívicos, en 1964. Esta ley no se basaba solo en el fetichismo victimista, sino en la escalada punitiva, ayer bajo la forma de lo políticamente correcto, y hoy con la del "wokismo" , que debe enderezar el rumbo torcido de la humanidad. Esta discriminación, inscrita en la ley, es como los vasos comunicantes. Hasta ahora, los progresistas solo se interesaban por el vaso que se llenaba. El "wokismo" innova en un punto: se interesa por el vaso que se vacía (no todo lo rápido que quisieran). Si, como lo postula la teoría del "privilegio blanco", los blancos disponen de una ventaja competitiva es porque, en nuestras sociedades, todo ha sido diseñado abusivamente por ellos y para ellos. Por tanto, les corresponde a los "despertar" corregir esta distorsión: primero, dando ventaja a las personas de color (discriminación positiva); segundo, quitando ventaja a los blancos ("wokismo", "cancelar cultura", etc.).

 

¿Cuáles son las raíces ideológicas que están en la base del "privilegio blanco"?

El "privilegio blanco" toma sus principios, su retórica e ideología a todo el espectro izquierdista, desde los marxistas norteamericanos, pioneros en la materia, hasta los "liberals" obsesionados desde siempre por el destino de las minorías, pasando por el barullo de la deconstrucción y los trabajos de la teoría crítica de la raza. El libro más completo sobre el tema es el de G. Guiscard, Le privilège blanc. Qui veut faire la peau des Européens? [El privilegio blanco. ¿Quién quiere cargarse a los europeos?] que acaba de editar el Institut Iliade con la Nouvelle Librairie. Describe la genealogía de un delirio, casi la genética. En la entrevista que nos concedió el autor, apunta también a la dimensión religiosa subyacente del "wokismo", subrayada por eminentes autores estadounidenses, que hablan de un protestantismo sin la fe. Estamos aquí en el corazón de la doctrina calvinista de la doble predestinación, con sus elegidos (los "woke") y sus damnificados (los blancos). Los primeros serán los últimos y los últimos, los primeros. Nada nuevo bajo el sol. Se trata de la inversión de los valores que Nietzsche establece en su Genealogía de la moral.

 

Ahora que recuerda a Nietzsche, ¿cómo no pensar en el resentimiento, uno de los grandes motivos de su obra?

El resentimiento está en el meollo de las políticas de "reparación". Si se estudiaran clínicamente, a la luz de Nietzsche, sería devastador: moral de esclavo, deseo de venganza, revancha de la mediocridad... Desde hace una década, EE. UU. es un país a la deriva, empujado desde 2013-2014 a noches de disturbios y escenas de caos recurrentes, encerrado en los demonios del resentimiento, atrapado en su cantidad racial sin solución, atravesado por una ira difusa y total, pero intransitiva, puesto que no consigue posarse en un objeto político positivo (como el populismo, por ejemplo). El "wokismo" ha transformado América en la corte de los milagros; se parece cada vez más a un espectáculo de monstruos de feria.

 

Ser blanco ya no se lleva, como dice usted en uno de sus articulos...

¿Qué es lo que proporciona un estatus en las sociedades infantiles, lacrimógenas, hipersensibles, traumáticas y postraumáticas como las nuestras? La figura de la victima. Con la noción de interseccionalidad (que designa a las personas que sufren simultáneamente varias formas de discriminación como, por ejemplo, una mujer negra lesbiana discapacitada) uno se sitúa en la cumbre de ese monumento al revés en que se ha convertido América. Es el estatus de víctima el que transfiere hoy en día los privilegios, y no los que se designan bajo el vocablo de "privilegio blanco", los cuales no son ya más que estigmas. Es la razón por la que el concepto de "privilegio blanco" funciona como una antífrasis orwelliana (el mal es el bien; los privilegios son estigmas y servidumbres).

 

¿Cuáles son los vínculos entre el "privilegio blanco" y el feminismo?

El gran novelista negro americano, Chester Himes, decía que la pareja que dominaba el inconsciente americano era el sexo del hombre negro y la neurosis de la mujer blanca. Con la noción de "privilegio blanco" se han podido medir los daños ocasionados por este binomio infernal. Ese privilegio a derribar, como las estatuas de los generales sudistas, es el del varón blanco que se quiere emascular, simbólicamente, semánticamente y jurídicamente. Si la sociedad trans llegara, debería deconstruir primero todos los montajes normativos, las arquitecturas invisibles que están en la base de nuestras sociedades desde Roma, al menos, en particular la ley que instituye al Padre. En esta perspectiva, el asesinato del Padre pasa por la abolición del hombre blanco. ¡Gran programa!

© Éléments

 

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

Comentarios

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar