Sólo Sarkozy protesta: eso es "grandeur"

La subida de tipos de interés ha costado a los ciudadanos 100.000 millones de euros

A los europeos nos han birlado 100.000 millones de euros. Esa es la estimación de la capacidad de compra sustraída a los ciudadanos de la eurozona. Culpable: las subidas de tipos de interés impuestas por el Banco Central Europeo (BCE). Sarkozy protesta, y con ello devuelve a Francia su “grandeur”. Con su abierto desafío y denuncia contra la tiranía del Banco Central de Europa (BCE) y sus contraproducentes medidas, que en nombre de la lucha contra la inflación encarecen y paralizan a la UE, el nuevo presidente –a quien tanto debe España desde los tiempos en que era ministro del Interior- hace que Francia recupere su papel de nación benemérita de los derechos del ciudadano.

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MANUEL FUNES ROBERT
 
A través del la cadena SER y de su programa Hora 25 se han dado datos de la capacidad de compra sustraída a la población de la eurozona con las ocho últimas subidas de tipos de interés impuestas por el BCE. El aludido estudio estima en 22.000 millones de € la capacidad de compra sustraída a la población española y en 75.000 millones de € la sustraída al resto de la UE. Puede parecer extraño que subidas sucesivas a base de cuartillos tengan tales efectos, pero se entiende el daño cuando se considera que los retoques, leves en apariencia, actúan sobre hipotecas de decenas de millones de euros y de muchos millones de hipotecados.
 
Los nietos pagarán la hipoteca
 
Una leva gigante sin contraprestación alguna por parte del sistema financiero de cerca de 100.00 millones de € no puede menos de haber paralizado sensiblemente el nivel de actividad comunitario, con el consiguiente incremento del desempleo del que somos testigos en España. Semejante agresión económica la soportan en cobarde pasividad, cuando no en complicidad, los jefes de Estado y los economistas a su servicio, que viven bajo el domino absoluto de los gerentes de la finanzas internacionales. Los cuales se empeñan en resucitar el alegato marxista de que el capitalismo cava su propia fosa, en cuanto la agresión crediticia denunciada hace imposible, en cuantía alarmantemente creciente, el pago de las hipotecas.
 
El sistema bancario, que supo blindarse a tiempo haciendo contratos que fijaban el precio en el fijado por el BCE, ofrece a los hipotecados la salida de doblar el plazo de la hipoteca para no tocar las cuotas pactadas, y con ello aparece una nueva figura jurídica en la hipoteca: el cargo sobre los nietos o sobre los “nasciturus”.
 
En la inyección de liquidez que, afortunadamente, se aplica sin vacilar en la UE y en los EEUU, hay un remedio eficaz del que nunca se dispuso en las crisis anteriores a los años 30; por falta de ese recurso, existente sólo desde la quiebra del patrón oro, la crisis del 29 se trasladó dramáticamente al mundo real. Pero más lógico y mas sencillo que inyectar liquidez es bajar de un golpe del 4% actual al 2% de junio de 2003, con lo cual los 100.000 millones de € sustraídos volverían a animar la demanda, el empleo y el pago puntual de las hipotecas.
 
La agresión macro tiene como origen la lucha contra una inflación. Si fuera útil, el país que más intensamente ha utilizado el alza de los tipos de interés como arma antiinflacionista sería el país de menor inflación. En España se ha utilizado dicha arma hasta ser el de más cara financiación de Occidente, y ello ha coincidido con las mayores cifras de inflación y de paro del continente.
 
Francia tiene derecho
 
La Grandeur de Francia nació con Napoleón, el autor del Código Civil que lleva su nombre. Napoleón asistía a las sesiones del Consejo de Estado, donde se redactaban uno a uno los artículos del citado Código, y al firmarlo dijo: “Con este Código he hecho por Francia más que todos los Luises que me han precedido”. En efecto, después de Roma nunca se hizo tanto por organizar la convivencia civil de la sociedad. Nuestro Código Civil es copia sustancial del Código de Napoleón y, al tratar de las obligaciones, dice que éstas nacen de la ley y de los contratos, pero añade en el artículo siguiente -1090- que las obligaciones nacidas de la ley tienen que estar expresamente fijadas en ella.
 
Pues bien, la legalidad aplicable al BCE está formada por el Tratado de Maastricht y el Código Civil “que es aplicable a toda materia”. El Tratado de Maastricht, que es parte del ordenamiento jurídico de cada país miembro, no fija en las competencias atribuidas al BCE la fijación de los tipos, aunque se entiende que, en principio, le corresponde en cuanto al reconocer su independencia señala como fin del BCE la estabilidad de los precios.
 
Síguese de ello que la subida de tipos, en cuanto factor de encarecimiento de la financiación, no cumple con la misión atribuida y da derecho a los Bancos Centrales, en particular al Banco de Francia, a negarse a aplicar las decisiones del BCE, que, a más de no poderse amparar en una mención expresa, son contraproducentes con la finalidad encomendada; por muy extendida que esté la idea, entre economistas equivocados, de que el encarecimiento de las cosas se combate con el encarecimiento del dinero, que es materia prima en la producción de las cosas. Porque como demuestro en mi libro La Lucha de Clases en el Siglo XXI, la financiación previa, abundante y barata es condición necesaria y en general suficiente para la abundancia y baratura de las cosas.
 
Una orden de Sarkozy al Banco de Francia para que se niegue a aceptar las subidas de tipos del BCE puede fundarse en la falta de “vis obligandi” de las órdenes del BCE, y con ello acabaría de ganar Sarkozy el título de uno de los grandes presidentes de Francia.

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