CARLOS SALAS
Lo presentó hace pocas semanas en Estados Unidos y dice que es ideal para comercios, restaurantes y hoteles. Se llama ordenador de superficie y según Bill Gates, fundador de Microsoft, va a revolucionar la forma en la que vamos de bares. Porque este aparato del tamaño de una mesa,-de hecho es una mesa-, permite dar órdenes con sólo pasar la yema de los dedos por la superficie. ¿Se acuerdan de Minority Report? Pues lo mismo. Se cogen los deditos y se mueven las imágenes, sólo que en lugar de estar en forma de pizarra colgada de dios sabe dónde, esta máquina está tumbada.
En un video realizado por la cadena CNET, un directivo de Microsoft hace una demostración de tan singular invento. Toma una cámara de fotos digital y la deposita sobre la superficie. Inmediatamente, el ordenador-mesa-pizarrín-mantel-proyector-tocadiscos-posavasos-libreta de notas-menú-monitor y quién sabe qué cosas más, reconoce la cámara y sin tener conectado ningún cable, descarga las fotos que hay en la máquina. Sentados alrededor de la mesa, los comensales pueden hacer girar las fotos como si estuvieran manipulando el papel. Las agrandan o achican, las apartan o las guardan en un archivo. Incluso pueden poner en marcha una imagen de video, tocando el triangulito que todos conocemos.
Esta pantalla también ofrece menús y copas, de manera que basta arrastrar nuestro trago preferido al disco central para que la orden se ponga en marcha. Y por supuesto, a la hora de pagar, se pasa la tarjeta de crédito sobre la superficie acristalada y ¡voilà!, otro vil golpe de Visa. Incluso, con este ingenio es más fácil repartir las cuentas y dividir la factura final porque la máquina lo calcula todo. Lo sentimos por los que siempre se escaquean.
Los ingenieros de Microsoft se han pasado años dándole vueltas a la cabeza para parir esta criatura tan compleja. En realidad es un ordenador táctil, que es la forma más natural de relacionarse con las máquinas, según expresa Gates. Lo más seguro es que en los próximos años los ordenadores sean cada vez más táctiles, incluso que hayan desarrollado un poco el sentido del oído y que reconozcan la voz (a ver para cuándo, porque ahora, ni la centralita de Spanair).
Se puede pintar sobre su superficie con un pincel comprado en la droguería de la esquina. Se puede interactuar con las manos, los dedos, las palmas. Y hasta si se deposita una copa de vino, la máquina o lo que sea eso, reconoce la copa y el tipo de vino, y mientras uno piensa en su próxima novela, la mesa le explica que ese vino es una cosecha de 2003 de Muga, que no fue precisamente su mejor cosecha. Con las imágenes, se puede jugar hasta el punto de darles la vuelta y convertirlas en postales, escribir una dirección e imprimirlas.
En fin, en Microsoft esperan millares de pedidos a finales de este año, si es que ya no tienen a rebosar la cartera de pedidos. De modo que ya no tendremos que esperar a que los camareros se dignen a lanzarnos una mirada para pedirles una cervecita. Esta es nuestra venganza. La venganza del cliente maltratado. ¿Se vengarán los camareros postergando el tiempo en que hacemos el pedido y nos sirven la bebida? Si es así, escriban a Bill Gates y pídanle otro invento: la bandeja electrónica.