Aula de Economía para discretos

Fuentes Quintana y yo; una revisión crítica

El economista y ex ministro Enrique Fuentes Quintana, recientemente fallecido, era un Ajustador nato. Pensaba inconscientemente que, como las medicinas suelen curar haciendo daño, lo que hace daño es una medicina. Decíale yo que estaba curando la enfermedad con dosis adicionales de la propia enfermedad, y cuando el sufrimiento no daba resultado, no decía que el sufrimiento era malo, sino que era poco. Lo más espectacular de su obra, el Pacto de la Moncloa, fue tan políticamente meritorio como técnicamente equivocado. Eso sí: logró que una decisión económica en el fondo y política en la forma la firmasen todos los partidos políticos.

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MANUEL FUNES ROBERT 

“… La diferencia fundamental entre tu concepción y la mía es que tú crees que no hay que sufrir para sanar y yo creo que no se puede sanar sin sufrir…”. “Como las ideas te vienen a borbotones no tienes tiempo para informarte y a veces hablas de lo que no conoces bien”. “Yo no podía consentir que con 30 emisoras y con tu poder de convicción arruinaras mi Plan”. “Todos te reconocemos que fuiste el primer economista que captó la importancia que iba a tener el turismo en España”. “¿No puedes estar unos meses sin escribir y poner tu imaginación a mi servicio?”.

Las frases que anteceden las pronunció Enrique Fuentes Quintana ante mí y un amigo de entrambos, Manuel Varela Parache, en una entrevista en el despacho de Fuentes en los primeros días de su ascenso al poder político. Tengo sobre mí el pesar y el pecado de no haber aceptado aquella invitación a colaborar, que hubiera redundado en bien de ambos y en bien de España. Me llevó a tal error el que sus primeras medidas fueran elevar los tipos de interés, y me consuela de mi equivocación el principio estoico según el cual lo que sucede es lo único que puede suceder. 

Mi discrepancia con Fuentes y sus muchos seguidores había alcanzado el medio siglo, dentro del cual yo combatí sus ideas en cuanto portador sempiterno de los Principios Básicos del Ajuste. Siempre estaba dispuesto a devaluar la moneda, a elevar el tipo de interés y a vivir pendiente de los presuntos desequilibrios exteriores de nuestra economía. Era Ajustador nato, intrínseco y vitalicio. Pensaba inconscientemente que, como las medicinas suelen curar haciendo daño, lo que hace daño es una medicina. Decíale yo por escrito que estaba curando la enfermedad con dosis adicionales de la propia enfermedad, y cuando el sufrimiento no daba resultado, no decía que el sufrimiento era malo, sino que era poco. Había que sufrir más y esperar más. Empezando por lo más espectacular de su obra, el Pacto de la Moncloa, fue tan políticamente meritorio como técnicamente equivocado. Cuando todavía se dudaba de si la transición podía ser incruenta, Fuentes logró que una decisión económica en el fondo y política en la forma la firmasen todos los partidos políticos.

Se presentó tras la devaluación de la peseta y elevación de los tipos de interés como salvador de la balanza de pagos. Y así lo parecía, porque, desde que se vislumbraba la llegada de Fuentes al poder, las reservas de divisas, una de las mayores del mundo gracias al turismo, no dejaba de bajar. Y con la devaluación de Fuentes, la tendencia cambió drásticamente. La verdad era que, al ver cerca del poder a Fuentes, y sabiendo que lo que mejor sabía hacer era devaluar, las importaciones se multiplicaban para adelantarse a su encarecimiento y los exportadores retenían fuera de España sus cobros, esperando cobrar más pesetas por sus divisas ganadas con la exportación. Producido el evento esperado, las importaciones preventivas se cortaron y los cobros pendientes por las exportaciones vinieron de golpe. El fenómeno y su final lo había creado inadvertidamente el propio Fuentes. 

El déficit de la balanza comercial, ahora como entonces, no lo compensaba el turismo, sino que lo provocaba y lo hacía posible, como ocurre siempre que alguien gana más y normalmente compra más. De siempre fue y es error de nuestros economistas hacer dos balanzas de lo que solo es una. La exportación y el turismo son venta de bienes y servicios al exterior, con la irrelevante diferencia de que en la exportación llevamos las cosas al consumidor y en el turismo vienen a consumirlas a casa.

La nueva vuelta de tuerca en nombre del ajuste tenía que aumentar el paro y efectivamente, habiendo encontrado nuestro famoso profesor un paro de 700.000 personas, al dimitir en febrero del año siguiente había millón y medio. Se quejaban los demás ministros de los efectos inesperados del Pacto de la Moncloa y Fuentes puso al presidente ante el dilema de cesar a los ministros críticos o aceptar su propia dimisión. El presidente aceptó su dimisión. 

Otra idea fuerza fue la Reforma Fiscal, escandalizado con razón por las poquísimas personas que pagaban impuestos siendo titulares de grandes fortunas. Y esta idea acertada y justa hizo dudar a Franco, pero yo, que entonces tenía contactos con él le dije: “Si la sanidad es buena y gratuita, si la educación es buena y gratuita, si no hay problemas en el presupuesto y, además, los impuestos son bajos, ello prueba que no hace falta subirlos y que, en realidad, la escasa presión no es un mal, sino un bien adicional”.

En todo caso, a él se le debe la formación de una Escuela de Ajustadores y la elevación de la fama y categoría de la enseñanza de la Economía, en cuanto con aciertos y errores creó entre nosotros debates enriquecedores que hasta su trayectoria y obra no habían aparecido.

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