Por eso, el PP dijo que los catalanes querían comprar Endesa para extorsionar al gobierno socialista y obtener concesiones independentistas en el Estatut. Algunos políticos catalanes como Carod Rovira, líder de la izquierda catalana, y el presidente de la Generalitat, el socialista Pascual Maragall, aprovecharon el momento para soltar frases en plan chulesco como que “ahora la energía será nuestra”. De modo que muy pronto se establecieron dos bandos que eran la repetición de un partido Madrid-Barça. Y la cosa se fue complicando.
El presidente de Endesa, Manuel Pizarro, también del PP, se opuso a Gas Natural alegando que Endesa era el fruto del trabajo de mucha gente. Seguramente era verdad, pero a los que invierten en Bolsa eso les importa un pimiento. Sólo quieren comprar a un precio y venderlo a otro más caro. La presidenta de la comunidad de Madrid rechazó la operación porque no quería que la sede de Endesa “se mudara a Barcelona”. Un argumento que satisfizo a los madrileños, pero al resto de los españoles les daba igual que estuviera en Madrid o en Puente Tocinos. El PSOE apoyaba la operación porque se creaba un gigante energético, y a todos los gobiernos les gusta tener gigantes nacionales. ¿A los socialistas también?
Y ahora, veamos por qué Endesa era tan importante. Es una empresa de electricidad, y sin electricidad, un país no se mueve. Una red de supermercados se monta en pocos años, con un coste bajo y se recupera en poco tiempo. Y si desaparece, hay montones de redes de otros supermercados que lo sustituyen de inmediato. Pero construir centrales nucleares o de gas, represas hidráulicas o plantas térmicas, así como extender miles de kilómetros de cables y transformadores, es algo que cuesta mucho dinero, demora mucho tiempo y tarda aun más en recuperarse. Por eso las grandes compañías eléctricas están en manos de los gobiernos o tuteladas por los gobiernos: Enel en Italia, EDF en Francia y hasta E.ON en Alemania. Es un sector tan supervisado por los gobiernos que cuando, cuatro meses después de la opa de Gas Natural, un gigante llamado E.ON y procedente de Alemania, hizo una oferta de compra por Endesa aún mayor, todos se quedaron boquiabiertos. ¿Cómo se le ocurre desafiar al gobierno español?
Y aquí empezaron a bailar los papeles: los conservadores, grandes defensores de España y la españolidad, preferían que Endesa cayera en manos de una empresa extranjera antes que catalana. Y los socialistas, que siempre han defendido el progreso y la internacionalización, y no son grandes amigos de las empresas, preferían crear un gigante nacional que fuera catalán y español, antes que alemán. Al final, este gobierno hizo juegos malabares para que una empresa italiana, Enel, y una española, Acciona, comprasen casi la mitad de Endesa, con la condición de que los españoles dominaran los puestos directivos y que la sede se mantuviera en España. E.ON acabó retirando su oferta de compra porque se dio cuenta de que no se puede luchar contra un Gobierno; pero se ha aliado con los vencedores. De esta forma se ha creado un triunvirato que se reparte Endesa.
Al final, la actitud de los políticos del PP ha logrado que Endesa no sea catalana, y acertaron en desmontar la conspiración del Tripartito si es que alguna vez hubo una conspiración. Pero ahora Endesa es italiana, española y alemana, por ese orden. Los alemanes se llevarán una quinta parte de la compañía, es decir, se troceará el gigante español. ¿Es lo que quería el PP?
El gobierno del PSOE se ha saltado a la torera todas las normas del libre mercado que imperan en la Unión Europea, esa unión en la que metieron a España con tanto orgullo para modernizarla. Ahora, la prensa europea critica al Gobierno español por “intervencionista” y por obstaculizar el libre mercado. Por chapucero, pues hasta el presidente de la Comisión de Valores (el organismo que vigila a la Bolsa), Manuel Conthe, dimitió porque no estaba de acuerdo con las maniobras del Gobierno. ¿Es eso lo que quería el PSOE?