Cambiando los terrenos que este autor acostumbra a pisar, el de la crítica política con medias abelmontadas, las líneas que siguen pretenden lo contrario: el elogio, la alabanza, el brindis a la Verdad.
Una verdad hoy más necesaria que nunca y que, por más que se empeñen ciertos sectores en borrarla, más valientes saltarán al ruedo para defenderla.
El toreo, único arte vivo que busca la verdad en sus creaciones, se basa en tres componentes: la ética, la técnica y la estética. Elementos que también podemos observar en la novela motivo de nuestro brindis, Zona Roja, de José Manjón (Homo Legens, 2019).
Toda manifestación social tiene una valoración ética, máxime el toreo, liturgia donde se juega con la muerte, la cual está al servicio de los toreros, como dijo el gran Juncal, para otorgarles inmortalidad y gloria, como los dioses de Roma.
Decimos que un torero tiene un comportamiento ético cuando, conscientemente, asume riesgos y concede todas las ventajas posibles al cornúpeta para conseguir, siempre siguiendo los preceptos establecidos, el máximo lucimiento.
La misma sensación nos produce la lectura de la novela por la que brindamos, pues su autor, lejos de esconderse en tablas, ha salido al ruedo de la literatura, valiente, pie en firme, cargando la suerte ante el totalitarismo cultural y, lejos de salir malparado, se ha mantenido inmóvil, pisando sus terrenos y, sobre todo, los del toro.
¿Qué hace el buen torero? Hacerlo todo con verdad. Verdad en el ruedo, verdad en la vida, verdad en la Historia. Una verdad que se añora, por lejana en el tiempo y, peor aún, se desconoce, por imposición ideológica. Es esa Verdad con mayúsculas ante la que debemos quitarnos la montera y brindar, para que este libro sea el primero de muchos y nos permitan, cual toricantanos, vislumbrar la verdadera luz de la Historia.
Y es que Zona Roja es más que una novela. Por los hechos que narra, bien podría asemejarse a la liturgia taurina. Hechos volátiles, escalofriantes, sorpresivos y hasta indignantes. ¿Acaso no es efímera una buena tanda de naturales? ¿No nos ponen en pie unas manoletinas de José Tomas o nos indignan ciertos comportamientos circenses de algunos lidiadores?
En cuanto a la técnica, esta es fruto de un torero castellano, sobrio, dominador de una prosa que, cual muleta, va templando rítmicamente siguiendo el compás de unos hechos que sorprenderán a propios y extraños. Zona Roja, con su aparición, está parando la falsa historia de las últimas décadas; con sus líneas, estará templando la mente de aquellos que la tengan entre sus manos; por último, esperemos que mande y se erija como la primera de muchas sobre este u otros temas que recojan lo que otros pretenden que olvidemos.
Todo ello lo hace el autor gustándose y gustando, pues según sus propias palabras se trata, como toda creación artística, de una obra estética. Pero me atrevería a ir más allá, pudiendo hablar de estética del temple, la cual pretende dotar de eternidad a una creación artística. En otras palabras, Zona Roja es un acto de fe en la estética.
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Presentación de Zona Roja
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