El jueves 25 de abril, mientras a pocos metros de distancia una panda de descerebrados se dedicaban al dudoso arte de cambiar el mundo a través del lanzamiento de piedras a la policía nacional, en el salón de actos del Museo del Prado asistía yo a la presentación del libro de Guillermo de Osma sobre Mariano Fortuny Madrazo, pintor, escultor... y muchas más cosas.
Vamos por partes. Guillermo de Osma es un apasionado galerista y marchante de arte, especializado en las vanguardias españolas de los años 1920-1960. Hace 30 años escribió un libro sobre Mariano Fortuny que fue editado en el Reino Unido, en inglés, pero del que inexplicablemente nunca hubo una edición española. No existía... hasta ahora, ya que, gracias a los editores Ollero y Ramos, Mariano Fortuny, arte, ciencia y diseño es ya un libro publicado en España (además, exquisitamente diseñado y primorosamente editado).
Junto a Guillermo de Osma, en el acto tomaron la palabra Enrique Barón (porque es un gran conocedor de Venecia, ciudad donde transcurrió gran parte de la vida de Mariano Fortuny) y Eduardo Arroyo (artista tan multidisciplinar como lo fue Mariano Fortuny). Sus intervenciones resultaron amenas y naturales, sin perder un ápice de altura y rigor. Los tres hicieron gala de un profundo cariño y conocimiento sobre la polifacética figura de Mariano Fortuny, sus circunstancias (vida en París y Venecia, sus relaciones con Wagner, Proust y otras variopintas figuras de su época) y su tiempo (la apasionante Europa de la primera mitad del siglo XX).
Arte, libros, historia, ciencia, diseño, cultura, investigación, personajes fascinantes, ciudades mágicas... Si a estos ingredientes añadimos el simbolismo de que el acto tuviera lugar a escasos metros y a la misma hora del intento de "toma" del Congreso, espero que se comprenda que a uno le tiente la oportunidad de hacer alguna que otra reflexión. Tanto y tan buen material daría para mucho pero voy a circunscribirme a la figura de Mariano Fortuny, a quien con tanto mimo y éxito, ayer se esforzaron los ponentes en acercarnos.
Según un medio tan frío y neutro como wikipedia, Mariano Fortuny fue (cito textualmente) “pintor, grabador, fotógrafo, diseñador textil, diseñador de moda y escenógrafo; fue una de las mentes más creativas de principios del siglo XX”.
Guillermo de Osma –con más pasión– nos fue desgranando anoche el variado mundo de Mariano Fortuny: su faceta de pintor y escultor, sus experiencias como grabador, sus actividades e invenciones como fotógrafo, sus investigaciones con la luz y las técnicas de iluminación escénica, sus revolucionarios diseños textiles, sus creaciones en el mundo de la moda que aún hoy perduran, las máquinas que fue inventando para tratar los tejidos en la manera que él quería... En su palacio veneciano, además de estudio para pintar, tenía un laboratorio para investigar. La oficina de patentes de París llegó a registrar hasta 24 inventos suyos. Como muy acertadamente dijo Eduardo Arroyo, Mariano Fortuny era un hombre del renacimiento en los albores del siglo XX.
Poco a poco, a través de las exposiciones de los ponentes, fue surgiendo la personalidad de un hombre tremendamente activo, inquieto, polifacético, multidisciplinar, mundano y reflexivo al mismo tiempo, artista y científico a la vez. Alguien creativo a la par que resolutivo; capaz de innovar permanentemente sin caer en las tiranías que imponían los "ismos" y las vanguadias de su época. Espíritu libre y a la vez comprometido.
Gracias a Osma y Arroyo, aparece ante nosotros un Mariano Fortuny creador incansable de un mundo propio, hecho de inquietudes y retos, a las que va dando cumplida e imaginativa respuesta con el arte y la técnica. Un hombre ajeno a las modas (hasta clásico en su pintura), pero a la vez tremendamente vanguardista. Alguien que, sin parar de crear e innovar, sin embargo permanece siempre fiel a sus principios y sus dinámicas, concibiendo, dando forma y materializando un universo original.
¿Por qué España era capaz de dar hombres así a principios del siglo XX y hoy, a principios del XXI, nos costaría encontrarlos? ¿Por qué hemos ido formando una sociedad que parece premiar otros modelos, valores y comportamientos, arrumbando en el baúl de la historia este tipo de personas? ¿Por qué no hay hoy más Marianos... Fortuny en la vida pública? ¿Dónde han ido a parar todos nuestros héroes?
Los sitiadores del Congreso y los "asediados" de dentro, si de verdad quisieran transformar la sociedad, más cuenta les hubiera traído, el jueves 25 de abril, haber dejado, unos las piedras, otros la altanería y todos la demagogia y haberse acercado a escuchar al salón de actos del Museo del Prado lo que hay que hacer y, sobre todo, cómo hay que ser para conseguirlo.
Pero mucho me temo que, para que de verdad se produzca el cambio que este país necesita, hará falta que las trescientas personas (si me permitís y perdón porque yo también estaba dentro) sensatas, ecuánimes, cultas, capaces y preocupadas que ahí estábamos sentados, más los cientos de miles -espero que millones- que seguro que en España pensamos del mismo modo, nos levantemos un día, mandemos a paseo a sitiados y sitiadores al uso y exijamos más Marianos... Fortuny en nuestra querida y magnífica nación.