Entienda por qué "¡Indignaos!" tiene
semejante éxito. ¡E indígnese!
"¡Escandalizaos!" rebate los hábiles engaños de S. Hessel
elmanifiesto.com
19 de mayo de 2011
No basta indignarse ante la sarta de trivialidades bobaliconas de “¡Indignaos!”, el célebre librito, vendido a millones de ejemplares, de S. Hessel. El fenómeno merece ser analizado. Hay que preguntarse por qué, qué es lo que la gente le ve, dónde está la trampa… Es lo que ha hecho Javier Ruiz Portella.
En su capítulo inicial escribe Portella:
«En Francia va acercándose a los dos millones de ejemplares vendidos. En España ha salido hace poco y el éxito es también multitudinario. Lo mismo ocurre en los veintitrés países en cuya lengua se ha traducido¡Indignaos!, el opúsculo de Stéphane Hessel, prologado en España por José Luis Sampredro y subtitulado «Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica».
»El fenómeno es extraordinario… Extraordinariamente sintomático, la verdad. Un folleto cuyo texto propiamente dicho alcanza apenas trece páginas en las que se vierten ideas tan contundentes como sencillas —trivialidades, la mayoría de las veces, de una simpleza extrema— se convierte (también, sin duda, a causa de ello) en un fenómeno mediático-editorial de de tan formidables proporciones.
»Pero la simpleza que envuelve a dicho texto es engañosa. Bajo ella se despliega todo un mecanismo articulado por una doble y contradictoria exigencia, muy parecida, por lo demás, a la sutil contradicción sobre la que se asienta todo el orden de nuestro tiempo, todo el imaginario —todo el poder también— del mundo en el que vivimos.
»Es por ello por lo que no es posible correr un tupido velo de silencio sobre un texto semejante. Es por ello por lo que se impone replicar a las argucias que se despliegan en este librito. Tanto más cuanto que las mismas parecen estar trenzadas de las más limpias y mejores intenciones —esas de las que está empedrado, como se sabe, el camino que lleva al infierno.
»¿Cómo no adherirse, en efecto, a un discurso que se alza «contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica»? Alcémonos, sí —pero desde planteamientos radicalmente distintos— contra la atosigante indiferencia que envuelve a quienes, en otro ensayo recientemente publicado, he calificado como «Los esclavos felices de la libertad». Sublevémonos —pacíficamente, ni que decir tiene— contra un mundo que nos asfixia con todos sus dulzores envenenados.
»Tan insoportable mezcla es lo que recorre todas las páginas del opúsculo al que aquí se replica.»
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