Una entrevista con Roger Kimball

Por qué 1968 fue un desastre moral

Roger Kimball, conocido comentarista conservador en Estados Unidos, es uno de los más apasionados críticos de los movimientos estudiantiles de los años sesenta. Kimball es también co-editor de la revista cultural New Criterion en Nueva York. Con él conversó Javier Lizarzaburu, de BBC Mundo, sobre el alcance de Mayo del 68 –y, en general, de la “contracultura” de los 60- en la cultura occidental. Su juicio es extremadamente crítico: aquello fue un desastre moral sin paliativos, dice Kimball.

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BBC MUNDO/FUNDACIÓNBURKE.ORG
 
¿Qué significa 1968 para usted? 
 
Un desastre social, moral, político e intelectual, cuyos efectos seguimos viviendo hoy en día, porque sus principios lograron filtrarse en varias instituciones de Estados Unidos y en otras partes de Occidente. 
 
¿Por qué esos comentarios tan negativos? 
 
Bueno, creo que los años 60, con su epicentro en el 68, fueron una especie de falso sueño de emancipación, que en realidad era una nueva forma de servidumbre intelectual, social y moral. Fue una época de profunda irresponsabilidad, durante la cual los adultos experimentaron una especie de proceso de inmadurez, convirtiéndose en adolescentes. Los gurús de esta época hablaban el lenguaje del idealismo pero en realidad eran unos narcisistas inmaduros. Vivían en una adolescencia perpetua. 
 
Los partidarios de esta época señalan que el hedonismo y el placer eran algo necesario e inevitable porque estaban acabando con una sociedad muy restrictiva socialmente. Bueno, creo que parte del mito de los años 60 viene de la noción según la cual la década anterior, la de los 50, era vista como una época de conformidad, gris, restrictiva, opresiva. Pero si uno mira los años 50, esta visión no es nada cierta. En Estados Unidos los años de la posguerra fueron años de increíble dinamismo económico, cultural, social. Si uno compara el logro cultural de Estados Unidos en los años 50 en poesía, baile, música y teatro con lo que pasó en los 60 y 70, no hay comparación. 
 
En sus escritos usted habla de valores destrozados… 
 
Creo que todos los valores que definen una civilización: valores sociales, modales, educación, moral, valores intelectuales, todos fueron tomados por asalto en los años 60 y 70. 
 
Fue un momento muy revolucionario. Sólo que no veíamos los cuerpos en las calles, pero sí veíamos los cadáveres de las ideas de civilización amontonados a nuestro alrededor. Y lo que quedó fueron familias destrozadas, hijos muertos o incapacitados por abuso de drogas, universidades que sólo eran la sombra de lo que habían sido, abandonando los estándares intelectuales. 
 
Pero en 1968, tanto en Francia con de Gaulle, como en Estados Unidos con Nixon, ganaron los partidos conservadores. Los jóvenes de la revolución no tuvieron el poder político. ¿No fueron entonces los gobiernos los que no consiguieron proteger la sociedad de los daños que usted menciona? 
 
No creo. Los efectos de lo que pasó durante los 60, con el 68 como epicentro, en realidad no se hicieron sentir sino hasta principios de los 70. Pocos años después, estos valores se habían institucionalizado más en la sociedad. 
 
¿Pero no piensa que al final es un fracaso de parte de los gobiernos más que un fracaso de la gente que luchaba en los años 60? 
 
A mi parecer, no. No pienso que sea un fracaso de los gobiernos sino del liderazgo. No de los gobiernos sino de las instituciones culturales. Por ejemplo, si Kingman Brewster, el presidente de la Universidad de Yale en 1970, hubiera resistido a los que querían tomar el mando de la institución y que decían que los Black Panthers no podían tener un juicio justo en los Estados Unidos, si hubiera resistido, las cosas habrían pasado de modo muy diferente en Yale. Si el presidente de Cornell en 1969 hubiera resistido cuando su campus fue tomado por los estudiantes negros, las cosas en Cornell habrían sido muy diferentes. 
 
A mi parecer, la capitulación de esos líderes intelectuales y culturales tuvo muchos más efectos sobre lo que pasó en la sociedad que las actividades de alguien del Congreso o de un senador o incluso del presidente de los Estados Unidos. 
 
¿Hay algo positivo que puede destacar del 68? 
 
Sí, que terminó. El hecho de que sea algo del pasado es lo bueno del movimiento. La gente habla del idealismo de los años 60, pero cuanto más miras, más lo ves como irresponsabilidad y no idealismo. 
 
Pero en esa época surgen el movimiento feminista y el movimiento gay. Hoy en día, hay quienes sostienen que Estados Unidos no tendría como candidatos a Hillary Clinton o a Barack Obama de no ser por lo que pasó en esos años. ¿Usted no está de acuerdo? 
 
Bueno, hay más mujeres trabajando ahora, lo que puede ser algo bueno o no. Pero lo que llamamos revolución sexual, que está en el centro del movimiento feminista, se convirtió en un desastre para las mujeres porque lo que hizo fue exponerlas al sentido de irresponsabilidad que sólo había practicado la otra mitad de la especie, los hombres. 
 
Y por lo de saber si Hillary Clinton y Barak Obama serían candidatos sin los años 60, hay muchas otras fuerzas en juego. Y decir que los 60 permitieron su candidatura es una manera muy simplista de ver el desarrollo de este periodo. El movimiento de los derechos civiles ya había empezado y fue secuestrado por los 60 y el movimiento negro. 
 
La sociedad había empezado a cambiar en términos de eliminar muchos privilegios y ser más equitativa. Y pienso que los años 60 lanzaron una fétida distracción en este proceso, al darle espacio a los elementos más radicales dentro de la sociedad.
 
(http://news.bbc.co.uk)

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